He cambiado el fondo de pantalla por el más feo que he visto. Mi psicóloga lo avala

Publicado el 29/04/2025 por Diario Tecnología
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He cambiado el fondo de pantalla por el más feo que he visto. Mi psicóloga lo avala

"Pero Álvaro, ¿por qué llevas ese fondo de pantalla tan feo?" me dijo un buen amigo hace escasos días en consecuencia del wallpaper que llevo en mi iPhone. En realidad, no es el único fondo de pantalla feo que tengo. No es que tenga mal gusto, es que hay una razón psicológica detrás. No lo digo yo, fue una recomendación de mi psicóloga.

Por sorprendente que parezca, es un buen método para reducir el uso improductivo del iPhone. Es ideal para momentos de máxima concentración y, aunque lógicamente exige de algo de fuerza de voluntad, debo avanzar que me he sentido gratamente sorprendido de lo útil que resulta.

La lógica detrás de poner un fondo feo

Fondo 1 Tengo hasta fondos de pantalla con marca de agua y pixelados por su pésima calidad. ¡Son perfectos para esto! (Y sí, también tengo uno del Barça porque... ¡Hala Madrid!)

Dicen que para gustos los colores y al final es una expresión que se puede aplicar perfectamente a la elección de un fondo de pantalla. Respeto al máximo a todo aquel que considere bonito alguno de mis fondos de pantalla. Es más, hay uno de flores que reconozco que no es tan feo, aunque se sale mucho de mi estilo (el del Barça, por muy buena temporada que estén haciendo, no, me sigue pareciendo feo, lo siento).

Fondos 2

No diría que soy un obseso de ello, pero sí que trato de cambiar mi fondo de pantalla a menudo. Opto para ello por fotografías de Unsplash acordes a lo que me apetece en cada momento: ciudades nevadas en invierno, lagos y playas en verano, montañas cuando me apetece un mood de desconexión, colores abstractos... Lo que mis (ex) fondos de pantalla habituales compartían es que me gustaban. Los de ahora, no.

Hace unas semanas, en una sesión con mi psicóloga, tratábamos varios temas cuando justamente apareció el de la "adicción" al móvil. Lo pongo entre comillas porque no lo tengo ni mucho menos diagnósticado, pero sí que tengo muchos momentos puntuales en mi día a día en los que hago un uso improductivo del iPhone. A veces entro a ver una notificación, pasan diez minutos y me he estado viendo cinco Reels de Instagram, doce memes de X (Twitter) y medio vídeo de YouTube. Así que quise ponerle freno.

Mi psicóloga me dio el consejo de poner un fondo de pantalla que odie o, al menos, no me guste tanto como los que uso habitualmente. La razón no es otra que la de tener elementos que me alejen del iPhone cuando quiera usarlo y no deba. Es algo así como un aviso de "eh, no ves que soy feo, no quieres usarme". Y por lo que he podido ver en foros como Reddit, no es mi psicóloga la única que ha descubierto este "truco".

Las razones psicológicas que hay detrás, son varias. De primeras supone un refuerzo a la conciencia, sirviendo como un recordatorio de mi propósito de reducir el uso del iPhone. También produce un estímulo negativo que a la larga mi mente asociará al uso del dispositivo, ya que obtendré una respuesta emocional negativa cada vez que quiera hacer uso de él.

Un método que me funcionó. Y más cuando lo alimenté con ajustes de iOS

Sobre el papel, tiene lógica. En la práctica... en la práctica también. Siendo honesto, es cierto que al final es solo un fondo de pantalla y que, por feo que sea, no me espantará y me hará salir corriendo. Tampoco tirar el iPhone por la ventana. Al final mis aplicaciones siguen siendo accesibles con solo deslizar hacia arriba una vez que Face ID me reconozca. Sin embargo, con un poco de fuerza de voluntad y un par de trucos, hace efecto.

Esos trucos no son otros que los modos de concentración de iOS. Básicamente son ajustes que te permiten limitar las notificaciones que recibes pudiendo elegirla app por app y contacto por contacto. También te permite tener asociado un fondo de pantalla y panel de apps a cada modo, por lo que en combinación con mis wallpapers feos, son una opción ideal.

También es importante (o al menos en mi caso lo fue) no poner widgets o accesos rápidos a aplicaciones en la pantalla de bloqueo. Cuantos menos estímulos que me hagan engancharme más de dos segundos al iPhone, mejor.

No uso siempre un fondo feo, solamente cuando estoy trabajando o inmerso en cualquier otra tarea para la que requiero concentración. Incluso cuando estoy viendo una serie o película y no quiero que el móvil me distraiga. En el resto de circunstancias llevo mis fondos habituales.

Y aunque parezca mentira, doy fe de que este método funciona para evitar distracciones. No sería el único consejo que recomendaría, claro. Jugar bien con los modos de concentración y tener fuerza de voluntad de no saltarme mis propias restricciones es vital. Sin embargo, ya de primeras encontrarme un fondo feo me recuerda mi objetivo de usar menos el iPhone. Y si a eso le sumo lo tiquismiquis que soy yo para la personalización, pierdo hasta las ganas de usarlo. Prefiero hacer como que no conozco de nada ese iPhone.

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