Hace más de una década, Sevilla creó un sistema para defenderse del Guadalquivir esperando no tener que usarlo. Anoche tuvo que activarlo
Publicado el 19/03/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Cualquiera que estuviera ayer en la entrada al Charco de la Pava, pudo ver cómo los bomberos de la ciudad movían las enormes compuertas de defensa que blindan la ciudad de Sevilla de las crecidas del río Guadalquivir.
Y es probable que no lo supiera, pero estaba asistiendo a un momento histórico: es la primera vez desde que se construyeron que esas planchas de acero (de más de cuatro de metros de altura y cinco toneladas de peso) tienen que cerrarse.
Fase 1. Ayer por la tarde, el Ayuntamiento hispalense activó el Plan de Emergencias en Fase 1 y reunió a todos los servicios de emergencias (incluyendo Policía Local, Protección Civil, Policía Nacional y el 112) para coordinar las medidas necesarias.
Se desalojaron 30 personas de un "asentamiento chabolista" que estaba en zona inundable, se instalaron puntos de control y se decidió cerrar la conexión que conecta la Vega de Triana con la ciudad. Ahí es donde están las puertas que se acaban de cerrar. Además ha puesto en alerta a los vecinos de Tablada, Valdezorras y El Gordillo.
¿Pero no había dejado de llover? Sí, las previsiones meteorológicas no muestran lluvias abundantes en la zona y de hecho (aunque se mantiene la alerta roja) el caudal del río ya ha empezado a disminuir en Córdoba. Sin embargo, cuando hablamos de Sevilla, el río es solo una de las cosas a tener en cuenta.
La marea. Aunque a menudo sea difícil de imaginar, lo cierto es que cuando el Guadalquivir llega a Alcalá del Río (es decir, 15 kilómetros antes de llegar al término municipal de la ciudad de Sevilla) ya está al nivel del mar. Eso hace que desde más o menos ese punto, todo el cauce del río se vea sometido al influjo de las mareas.
Y eso es lo que preocupa a las autoridades: si la crecida del río coincide con la pleamar, las probabilidades de que el Guadalquivir se desborde empiezan a ser enormes.
¿Cómo de histórico realmente es esto? Efectivamente, decir que las puertas se han cerrado por primera vez no es decir demasiado: se instalaron en 2012 y la última vez que la ciudad estuvo al borde de la debacle fue en 1996. No obstante, el desafío es más que considerable.
Porque, como explicaba Díaz del Olmo hace años, catedrático de Geografía de la Universidad de Sevilla, la reducción de la llanura aluvial del Guadalquivir (que ha pasado de 4 kilómetros a 500 metros) suma riesgos a la situación. "Vale que con los pantanos que retienen el agua ya no hace falta tanta llanura aluvial, pero la actual no es ni mucho menos suficiente", decía.
Y, no solo por la llanura en sí, sino porque "si el río es ancho y con meandros, la energía que lleva el agua se difumina; pero si es estrecho y recto, el agua adquiere una gran velocidad... Como el caudal del río suba de los 4.000 metros cúbicos por segundo... tenemos un problema para el que no sirven ni los tanques de tormentas ni nada".
Un monstruo llamado Guadalquivir. Por suerte, no estamos aún en esa situación. No obstante, esto es todo un aviso para navegantes: amansados por toneladas de hormigón, los ríos son monstruos dormidos, pero monstruos al fin y al cabo.
Justo ayer hablábamos de la gran paradoja de nuestro tiempo: tener que prepararnos para larguísimos periodos de sequía a la vez que tenemos que tener a punto las infraestructuras para contener lluvias torrenciales. Hoy vemos que no es algo puntual, es la verdadera "nueva normalidad".
Imagen | Marian Florinel Condruz
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