En su incansable lucha contra el Alzheimer, unos científicos se han topado con un aliado inesperado: el café

Publicado el 19/10/2024 por Diario Tecnología
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En su incansable lucha contra el Alzheimer, unos científicos se han topado con un aliado inesperado: el café

Cada vez son más los estudios que evidencian los efectos positivos que el café tiene sobre nuestra salud. Dejando al lado multitud de mitos y leyendas sobre esta bebida, lo cierto es que los investigadores cada vez tenían más claro que el café, en general, es beneficioso. Bien para partes concretas de nuestro organismo, para concentrarnos o para la práctica deportiva. Sin embargo, sabíamos relativamente poco sobre cómo afecta al cerebro, aunque estamos cada vez más cerca de comprenderlo.

Una reciente revisión de estudios ha llegado a la conclusión de que una ingesta regular de café puede tener un impacto en enfermedades como la demencia o el Alzheimer. Ya que está relacionada con la carga amiloide cerebral, uno de los biomarcadores del Alzheimer.

Cafeína y cerebro. Estos últimos años, las investigaciones sobre el efecto de la cafeína se están centrando en nuestro cerebro. Hay ocasiones en las que los resultados son rotundos (tanto para bien, como para mal), pero en otras, estas investigaciones revelan que hay un término medio. Un ejemplo es algo tan concreto como la toma de decisiones en el fútbol: los participantes fueron más certeros en pases cortos y largos tras consumir cafeína, pero también más erráticos cuando debían tomar decisiones rápidas e impulsivas.

Otros estudios anteriores también reflejaban luces y sombras, con resultados que apuntan a un mayor nivel de ansiedad derivada de la ingesta de cafeína, pero también dejando caer que puede ser una protección contra el Alzheimer. En un estudio de 2023, se observaba una relación inversa entre el consumo de café y la acumulación de las proteínas tau, unas moléculas vinculadas a la aparición del Alzheimer. Y esa misma relación inversa se ha encontrado en la carga amiloidal.

El estudio. Aunque estamos cerca de comprender el origen genético del Alzheimer, sigue siendo una enfermedad terrible de la que no tenemos todas las respuestas y cualquier brote verde es algo esperanzador. Hace unas semanas, un grupo de investigadores publicaron en Alzheimer’s Association un estudio en el que detallaron que habían tomado como base un estudio anterior en el que se evaluó a 263 participantes mayores de 70 años con deterioro cognitivo leve o Alzheimer entre los años 2010 y 2015.

A la hora de hacer el estudio primigenio, los voluntarios revelaron sus hábitos de consumo, entre los que se encontraba la ingesta de cafeína (bien por café o por otras fuentes). Para este nuevo estudio, se crearon dos grupos: los que consumían un promedio de poco más de 200 miligramos al día, a los que se consideró como "menores consumidores", y los "mayores consumidores", que eran los que consumían más de esa cantidad. También tenían datos de resonancias magnéticas, muestras de sangre y de líquido cefalorraquídeo (LCR), por lo que se pusieron a cotejar datos, clasificar y…

Café y Alzheimer. La conclusión a la que han llegado es que, aquellos que tenían un menor consumo de cafeína, tenían marcadores que se relacionaban con un mayor riesgo de deterioro cognitivo leve, con deterioro también de la memoria. Concretamente, el grupo de bajo consumo de cafeína tenía casi 2,5 veces más probabilidades de tener un diagnóstico de Alzheimer.

Lo que hallaron fue una relación significativa entre el menor consumo de cafeína y menores niveles de la proteína beta-amiloide Aβ42 en el LCR, así como en la proporción Aβ42/Aβ40. Esto implica que hay una mayor carga amiloide cerebral, siendo esta mayor carga uno de los biomarcadores para el diagnóstico del Alzheimer. En el grupo que ingirió más cafeína, había una menor carga amiloide cerebral.

Hay que seguir estudiando. Ahora bien, aunque los resultados son interesantes y seguro que motivan más investigaciones, hay que tener en cuenta dos datos relevantes de este estudio. El primero es que no se midió el consumo de cafeína a largo plazo, lo que es crucial para ver cómo el consumo pasado puede influir en los efectos actuales y futuros. El segundo es que, aunque la muestra era grande y tenían muchísimos elementos a evaluar, se trata de un estudio observacional, por lo que de ninguna manera se puede establecer una causalidad.

Los propios investigadores comentan que hacen falta esos estudios a largo plazo y, de hecho, afirman que los resultados los han animado a crear un ensayo clínico para medir de forma más precisa el impacto de la cafeína en las funciones cognitivas de personas con Alzheimer. Actualmente, es un estudio en proceso de reclutamiento y el objetivo será analizar la relación entre el consumo de cafeína y esos biomarcadores, como las proteínas TAU y las amiloides.

Al menos, con estos resultados fruto de la observación de un estudio pasado, hemos conseguido dar pie a una nueva investigación más concreta que, con suerte, nos dará más información tanto del Alzheimer como, sobre todo, la relación entre el café y nuestro cerebro.

Imágenes | Huy Phan

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