El secreto de la longevidad de la Gran Pirámide de Guiza solo se puede ver desde el aire: tiene más de cuatro lados

Publicado el 23/05/2025 por Diario Tecnología
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El secreto de la longevidad de la Gran Pirámide de Guiza solo se puede ver desde el aire: tiene más de cuatro lados

Un equipo de investigadores de Japón escaneaba debajo de la superficie de arena en un "área en blanco" del cementerio occidental de Giza junto a la Gran Pirámide de Keops. Habían dado con algo sorprendente: una antigua estructura egipcia en forma de L subterránea. Aquel hallazgo sigue envuelto en el misterio, porque quedó empequeñecido con otro estudio que había descubierto algo fascinante: la Gran Pirámide de Guiza no tiene cuatro lados, y eso explicaba su longevidad.

Una maravilla con truco. Durante milenios, la Gran Pirámide de Guiza ha sido celebrada como el epítome de la geometría perfecta: cuatro imponentes caras triangulares convergiendo en un ápice majestuoso. Sin embargo, un detalle estructural insospechado había permanecido oculto a simple vista: la pirámide no tiene cuatro lados, sino ocho.

Cronología. No estamos locos. La revelación, confirmada por observaciones aéreas e investigaciones modernas, apunta a una concavidad en el centro de cada cara, una que es invisible desde tierra, pero detectable bajo ciertas condiciones de iluminación o desde el cielo/espacio. El primero en percatarse de algo fue el piloto británico P. Groves en 1926, cuando captó una imagen aérea que revelaba una sutil pero decisiva verdad geométrica. Cada una de las cuatro caras aparentes de la pirámide presenta una hendidura central desde la base hasta la cúspide, lo que convierte su planta en una figura de ocho lados, no en una cuadrangular.

Ya en 1940, el egiptólogo Flinders Petrie, al analizar ilustraciones históricas, notó una línea hueca a lo largo de cada cara de la pirámide. Décadas después, expertos como I. E. S. Edwards y más recientemente el matemático Akio Kato respaldaron esta hipótesis en sus trabajos, señalando que los bloques de piedra fueron dispuestos con una leve inclinación hacia el centro, creando una sutil y casi imperceptible depresión longitudinal. Kato describió la Gran Pirámide no como una pirámide cuadrada, sino como una pirámide octogonal cóncava.

Ikonos 2 Una de las primeras imágenes donde se apreció la depresión (tomada por Groves)

Una hazaña de ingeniería. Lo curioso de la historia es que, lejos de ser una anomalía estética, estas hendiduras apuntan a cumplir una función estructural vital. Según el estudio de Kato, las capas inclinadas junto a una base reforzada permiten que el núcleo de la pirámide se compacte y fortalezca con el tiempo, resistiendo así la compresión gravitacional, los sismos y las tormentas, incluso después de haber enfrentado más de 500 episodios de lluvias intensas en 4.500 años.

Dicho de otra forma: esta característica habría sido clave para asegurar la estabilidad a largo plazo de una estructura de tamaño colosal expuesta a condiciones extremas, y posiblemente no fuera un mero efecto secundario de la construcción, sino una sofisticada estrategia arquitectónica.

Entre intensión y accidente. Sin embargo, no todo en la Gran Pirámide responde al plan maestro de una civilización infalible. A lo largo de sus corredores y cámaras selladas se han hallado espacios abandonados que podrían haber resultado inestables durante la construcción, lo que deja abierta la posibilidad de que la singular concavidad haya sido, en parte, el resultado de ajustes improvisados más que de un diseño completamente premeditado.

Qué duda cabe, la ambigüedad no resta mérito a los antiguos constructores, sino que subraya su pragmatismo: modificar el curso cuando las condiciones lo exigían, e incorporar lo accidental como parte de la estructura duradera.

Lo que esconde la geometría. En definitiva, que su verdad matemática haya permanecido oculta a simple vista durante milenios resalta una lección esencial sobre la Gran Pirámide: sigue revelando secretos a pesar de su fama universal.

Lo que parecía ser una figura geométrica elemental se convierte, bajo una nueva mirada desde el aire, en una muestra de complejidad invisible, y de decisiones técnicas tan avanzadas que hoy aún nos desconciertan. La revelación de su forma octogonal cóncava no solo desafía nuestras nociones preconcebidas, sino que reafirma la fascinación que siempre acompaña a Guiza, una pirámide que, hasta donde sabemos (y no descartamos nuevas sorpresas), es una rareza geométrica única en su especie.

Imagen | Douwe C. van der Zee

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