El auténtico reto del futbolín no va de marcar goles, sino de fabricar el más largo. Y con 151,7 metros gana Turquía
Publicado el 16/06/2024 por Diario Tecnología Artículo original
Toda la vida jugando al futbolín y resulta que la auténtica competición, la realmente apasionante, no va de quién logra encajar más goles en la portería del equipo contrario. No. Donde de verdad se baten el cobre los apasionados de este juego cuya invención se suele atribuir a un gallego es en los metros más que en los marcadores. Su pugna se centra en quién logra construir el futbolín más grande monstruoso del mundo. Y aunque la carrera está disputada, el Guinness World Records tiene claro quién puede presumir de llevarse el oro: Turquía.
Al menos de momento.
Un futbolín para gobernarlos a todos. Las medidas pueden variar entre modelos, pero los futbolines convencionales suelen rondar el metro y medio de largo. Los hay más pequeños y más grandes. Lo que resulta difícil es encontrarse uno como el que ensamblaron hace algo menos de un año en Estambul, Turquía, para hacerse con el récord Guinness del futbolín "más largo del mundo".
Su mesa medía ni más ni menos que 151,7 metros. Para hacernos una idea de qué supone eso, es casi lo mismo que mide de alto la Torre Mapfre de Barcelona o la Picasso de Madrid. Sus creadores necesitaron 130 futbolines para montarlo.
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¿Dónde y cuándo? El récord se batió no hace ni un año, el 23 de septiembre de 2023, en Kalamış Atatürk, un parque de Estambúl con vistas al Mar de Mármara.
Sus promotores fueron Der Bremer y KP Agency y la cita plusmarquista, a la que acudió un árbitro oficial del 'Libro Guinness de los Récords', se planteó como una fiesta con conciertos, actividades y por supuesto partidas de futbolín. MedyaTava precisa que para darle aún más lustre al día se inauguró una estatua de un jugador de futbolín firmada por cientos de personas que participaron en el récord.
Arrebatando el título a China. Lo de montar el mayor futbolín del mundo quizás suene a excentricidad, pero Turquía no ha sido la primera en lanzarse a semejante gesta. De hecho el objetivo de sus promotores era arrebatar el título Guinness a otro país que había logrado conquistarlo tiempo antes: China.
Allí, en Jiujiang, habían montado antes otro futbolín enorme, de 137,7 m, que a pesar de su gigantesco tamaño se quedó 14 metros por debajo de su competidor de Estambul. El propio Guinness World Records lo muestra todavía en sus canales de TikTok, Facebook y YouTube, además de en X, donde precisa que detrás de la tabla china, de 137,7 metros, está la empresa Jiujiang Jiuxing Sports Facility Co.
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Un trono disputado. Lo cierto es que ni uno ni otro han sido los primeros en lucir la corona del futbolín de los futbolines. Hace ya años a la cervecera Amstel se le ocurrió celebrar el final de la Liga de Campeones de la UEFA con una gigantesca tabla pensada para 22 jugadores. Todo un alarde de pasión. No se precisó cuánto medía exactamente, pero ya se presentaba como el mayor futbolín del mundo.
... Y con un toque solidario. Más reciente es el futbolín de 121,4 metros y capacidad para 424 jugadores montado en Turín por Marco Berry Onlus Magic For Children para recaudar fondos para un hospital infantil de Somalia. El resultado es el que puede verse en la foto de portada que acompaña a este artículo.
Semejante tamaño le permitió conquistar el disputado título Guinness en 2015, aunque hoy su tamaño palidece en comparación con el de China o el de Turquía. Mientras sigue la carrera por ver quién monta el juego más grande del planeta algo queda claro: la pasión por el futbolín no tiene límites… literalmente.
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Gran mesa, grandes partidas. No todos los amantes del futbolín intentan añadir su nombre a la crónica del juego fabricando enormes mesas. Otros se han lanzado a participar en partidas maratonianas con la intención de hacerse con el Guinness del mayor maratón de futbolín de la historia. En ese caso la corona es para cuatro australianos que entre el 29 de agosto y el 1 de septiembre de 2012 disputaron en Innsbruck, Australia, una partida de 61 horas y 17 minutos.
Imagen | Marco Berry Onlus
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