Durante siglos los cristianos peregrinaron a una cueva remota para venerar a Salomé. Problema: se equivocaron de Salomé
Publicado el 12/07/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Hubo un tiempo, hace bastantes siglos, en el que los cristianos acudían a una antigua cueva situada en las Tierras Bajas de Judea, cerca de la aldea de Eliav, en busca de inspiración. Con el paso de los años incluso se consideró un lugar sagrado para el Islam. Allí (se suponía) reposaban los restos de Salomé, una figura bíblica con ecos en los orígenes del cristianismo. Algunas versiones la identificaban como la partera que asistió al nacimiento de Jesús. Otras como una de sus discípulas y testigo de la crucifixión. Incluso se dice que era la hermana pequeña de María.
Ahora un grupo de arqueólogos israelíes ha llegado a una conclusión fascinante que se apoya en los vestigios localizados hace años en la cueva: probablemente la Salomé que descansó en su día en la cripta no era ni la partera ni discípula de Jesús, sino una opulenta y poderosa aristócrata emparentada con Herodes.
En un lugar de Judea… La Cueva de Salomé es un amplio sepulcro localizado en Sefelá, las Tierras Bajas de Judea, con un valor arqueológico excepcional. De hecho hay quien la considera una de las cuevas funerarias "más impresionantes" descubiertas en Israel y de las "más elaboradas" de su época, el conocido como período del Segundo Templo, que se extendió entre los siglos VI a.C. y I d.C. En concreto, los expertos creen que la cripta construyó entre el I a.C. y I d.C.
La cueva en sí no es ninguna novedad. Los arqueólogos la excavaron hace ya décadas, a mediados de los 80, después de que la localizasen unos saqueadores. A lo largo de los últimos años sin embargo han ido ampliando nuestro conocimiento sobre el sepulcro. Hacia 2022 un grupo de expertos del Israel Antiquies Authority (IAA) realizó una excavación en parte del recinto que desveló nuevos datos sobre su arquitectura e historia. También confirmó que durante varios siglos aquella remota cueva de Sefelá se empleó como un espacio de veneración.

¿Y cómo es? Amplia. Elaborada. Y fascinante. El conjunto arqueológico incluye un vestíbulo, un amplio patio rodeado por muros de piedra de sillería y una cueva funeraria con varias cámaras en las que se conservaron kokhim, nichos funerarios excavados en la roca, además de osarios. Aunque los arqueólogos estudiaron la cripta a fondo en los 80, hace unos años quisieron ir más allá, analizando en profundidad el patio de 350 m2 y limpiando el interior de la cueva.
"El patio resultó ser uno de los más elaborados de su tipo en comparación con otros cementerios del mismo período ", recoge un artículo publicado por el IAA. Entre otras cosas, los expertos se encontraron con piedras con motivos judíos y "delicados diseños vegetales", como rosetas, granadas y jarrones de acanto. Nada que ver con la mayoría de patios de acceso a cuevas funerarias encontradas por los arqueólogos, que suelen estar excavados, no levantados con mampostería.
Cueva… y lugar de peregrinaje. Si el sepulcro resulta tan relevante no es solo por su tamaño, características arquitectónicas o decoración. Hay otro factor igual o incluso más relevante. Durante un tiempo la cueva fue un lugar de peregrinación. Durante sus excavaciones de 2022 y 2023 en el patio delantero, los arqueólogos descubrieron una hilera de puestos en los que se vendían y alquilaban lámparas de arcilla. "Encontramos cientos, completas y rotas, que datan de los siglos VIII y IX d.C.", explican Nir Shimshon-Paran y Zvi-Firer, directores de la excavación.
"Las lámparas pueden haber servido para iluminar la cueva o como parte de las ceremonias religiosas, de manera similar a las velas que se distribuyen hoy en día en las tumbas e iglesias", añaden. En la cueva se localizaron además inscripciones griegas, siríacas y árabes, cruces grabadas e indicios que revelan que el espacio funerario se mantuvo en uso durante los períodos bizantino e islámico.
"Las excavaciones muestran que, en el período bizantino, el sitio se había transformado en un lugar de peregrinación cristiana", precisan los expertos, lo que nos habla de un amplio período de culto que abarca desde el siglo V al IX d.C.
La Cueva de Salomé. La pregunta era obvia… ¿A quién pertenecía la cueva funeraria? ¿Quién descansó en su día en la cripta? ¿Y por qué los arqueólogos se encontraron con cruces y docenas de inscripciones grabadas directamente en las rocas de las paredes? La respuesta es a la vez simple y compleja: la cueva de Sefelá fue el lugar de descanso de 'Salomé'. Entre las inscripciones en diferentes idiomas, los arqueólogos identificaron varias en griego que mencionan ese mismo nombre, 'Salomé', supuestamente una figura religiosa relevante para los cristianos.
En un artículo publicado este mismo año sobre el sepulcro los expertos del IAA recuerdan que, en la década de 1090, los eruditos que analizaron las inscripciones ya llegaron a la conclusión de que los primeros monjes que llegaron a la cueva en el período bizantino descubrieron un osario con la inscripción 'Salomé', un nombre relativamente frecuente en la Judea de comienzos de la cristiandad.
"Durante el período del Segundo Templo no era común dejar inscripciones en las paredes, pero a veces se escribía el nombre del difunto en osarios", explica Paran a The Times of Israel. "Es posible que la cueva contuviera un osario con el nombre de Salomé, aunque no lo encontramos. Podría haber sido saqueado".
Así pues… ¿Quién era la famosa Salomé?
¿La partera de Jesús? Una tradición atribuye ese nombre a una figura que aparece en el Protoevangelio de Santiago, texto apócrifo en el que se cita a una Salomé como una partera que dudó de la virginidad de María. La historia cuenta que su incredulidad le valió un castigo que acabó convirtiéndola en un símbolo.
"Según la tradición cristiana, Salomé fue la partera de Belén que fue llamada a asistir al nacimiento de Jesús. No podía creer que le pidieran que participara en el parto de una virgen y su mano se secó. Solo sanó cuando sostuvo la cuna del bebé", recuerdan desde el IAA. Otras versiones sitúan a Salomé como discípula de Jesús, hermana de María o incluso se la ha confundido con la madre de Santiago y Juan.
"El culto a Salomé, santificado por el cristianismo, pertenece a un fenómeno más amplio: los peregrinos cristianos del siglo V d.C. encontraron y santificaron lugares judíos. El nombre Salomé pudo haber aparecido en la antigüedad en uno de los osarios ya desaparecidos de la tumba y así surgió la tradición que identificaba el Lugar con Salomé, la partera, y la cueva empezó a ser venerada por el cristianismo", comentan Nir Shimshon-Paran y Zvi-Firer.
Un lujo "sospechoso". La realidad es que Salomé (Shalom o Shlomit) era un nombre judío bastante común en la época y también muy asociado a las familias asmoneas y herodianas, así que en realidad la cueva podría haber sido el lugar de descanso de otra mujer, no la supuesta partera o discípula de Jesús.
De hecho hace tres años, tras comprobar la lujosa decoración y la arquitectura elaborada de la cueva, el IAA ya deslizó que aquel pudo haber sido la tumba de una persona poderosa, conectada con una saga "prominente" de la antigua Judea. "La tumba atestigua que sus dueños pertenecían a una familia de alto rango en la Sefelá de Judea durante el período del Segundo Templo".
¿Quién era Salomé entonces? Ahora el organismo israelí va más allá en un amplio artículo publicado en la revista Atiqot en el que Paran y Lifshits se 'mojan' con una respuesta mucho más concreta: ante la escala, majestuosidad y ubicación de la cueva ambos expertos deslizan que el sepulcro estaba relacionado con la capa más alta de la sociedad del período del Segundo Templo: la familia real.
"En nuestra opinión, los datos acumulados apuntan a la familia de Herodes como propietaria de la cueva", deslizan los arqueólogos. Su teoría no se queda solo ahí e identifican a la que, a su parecer, es la "candidata más probable" para ocupar el lugar de la misteriosa Salomé: la hermana de Herodes el Grande.
"Dado que Herodes y su familia tenían ascendencia edomita y que la región donde se ubica la cueva se conocía en aquel entonces como Idumea, es plausible que la familia real tuviera vínculos en esta zona", recogen en su artículo. “Si bien no hay evidencia documentada de que Salomé, hermana de Herodes, tuviera propiedades en las inmediaciones de este cementerio, la conexión étnica y los lazos familiares con la región sugieren la posibilidad de que uno de los cementerios más grandes del período fuera lugar de descanso de un miembro de la familia real".
De partera a aristócrata. La teoría de Paran y Lifshits es solo eso, una teoría, pero de ser correcta daría un vuelco radical a la cueva de Judea: de considerarse el sepulcro de la partera o una discípula de Jesús pasaría a ser la cripta de la dinastía herodiana. Una ironía si se tiene en cuenta que Herodes I el Grande está asociado también a los orígenes del cristianismo, pero de un forma muy distinta: la historia le atribuye la matanza de los Santos Inocentes. Aun de ser correcta, quedaría sin embargo la duda de quién era exactamente Salomé. Pudo tratarse de la hermana del monarca, pero también de su hija con Elpis, de quien poco se sabe.
Imágenes | IAA (YouTube) y Wikipedia
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