De las siete maravillas del mundo antiguo, hay una que no sabemos dónde está. Eso la convierte en la más fascinante de todas
Publicado el 05/02/2025 por Diario Tecnología Artículo original
De las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, solo la Gran Pirámide de Guiza sigue en pie. Las demás, destruidas desde la Antigüedad, han dejado rastros arqueológicos o registros históricos detallados. A excepción de una: los Jardines Colgantes de Babilonia. La estructura sigue envuelta en un enigma: sin pruebas arqueológicas concluyentes ni menciones en inscripciones babilónicas contemporáneas, su existencia es un tema de especulación entre historiadores.
Entre el mito y la maravilla perdida. Los Jardines Colgantes de Babilonia han sido durante siglos un símbolo de la grandeza y el ingenio de la antigüedad. La versión más conocida dice que supuestamente los construyó el rey Nabucodonosor II en el siglo VI a.C. como un regalo para su esposa Amytis, quien extrañaba la vegetación de su tierra natal. Hablamos de jardines que fueron descritos como una proeza de la ingeniería, con terrazas cubiertas de exuberante vegetación y un avanzado sistema de irrigación.
¿El problema? Que como decíamos, a pesar de su estatus como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, no tenemos ni una sola prueba arqueológica concluyente de que una vez existió, lo que ha generado un debate sobre si fueron una realidad tangible o simplemente una exageración histórica. Es más, ni siquiera Heródoto, el “Padre de la Historia”, los menciona en sus descripciones de Babilonia. Plus: las fuentes que sostienen esta teoría son griegas y romanas, escritas siglos después de la supuesta existencia de los jardines.
A este respecto, Flavio Josefo, basándose en el sacerdote babilónico Beroso, describió un “paraíso colgante” dentro de los muros de Babilonia, pero, otra vez, sin evidencia contemporánea, esta historia sigue siendo incierta.
El misterio de su ubicación. Aunque la tradición sitúa los jardines en Babilonia, cerca de la actual Al Hillah en Irak, las excavaciones no han encontrado pruebas concretas de ello. El arqueólogo alemán Robert Koldewey creyó haber encontrado sus cimientos en una estructura abovedada en el Palacio del Sur, con paredes robustas y evidencia de pozos, pero a día de hoy la mayoría de los expertos descartan esta teoría, sugiriendo que en realidad se trataba de un almacén.
Otra hipótesis. Planteada por la académica Stephanie Dalley, de la Universidad de Oxford, el relato sugiere que los Jardines Colgantes no estaban en Babilonia, sino en Nínive, al norte de Mesopotamia, y que fueron obra del rey asirio Senaquerib. Según su análisis de inscripciones cuneiformes y relieves que muestran canales y vegetación en Nínive, los asirios habrían construido jardines monumentales con un avanzado sistema de acueductos y elevación de agua.
El ”pero”: la confusión en este caso, sostiene Dalley, se originó cuando los asirios conquistaron Babilonia en el 689 a.C., rebautizando Nínive como la “Nueva Babilonia”, lo que habría llevado a la atribución errónea de los jardines. Dicho de otra forma, esta teoría plantea la posibilidad de que los historiadores antiguos confundieran a los monarcas y los territorios en sus relatos.
Entonces, ¿mito o realidad? Como decíamos, las descripciones de los jardines hablan de una serie de terrazas sostenidas por columnas de piedra y un complejo sistema hidráulico que permitía el riego en pleno desierto. Algunos estudiosos consideran que tal estructura habría sido difícil de sostener con la tecnología disponible en la época, lo que refuerza la posibilidad de que su existencia pudo haber sido un mito propagandístico para engrandecer el poder de Babilonia.
La maravilla insondable. Así las cosas, si los jardines realmente existieron, su desaparición sigue siendo un auténtico misterio. Estrabón mencionó que para el siglo I a.C. estaban en ruinas, y algunos sugieren que Alejandro Magno planeaba restaurarlos antes de su muerte. Con el tiempo, como algunos apuntan, los cambios en el curso del río Éufrates podrían haber sepultado cualquier evidencia bajo el agua.
Si se quiere también, y a pesar de la incertidumbre, la leyenda de los Jardines Colgantes ha perdurado como una especie de símbolo de la ambición humana por crear belleza en entornos hostiles. Sea un mito o una maravilla perdida, su historia sigue cautivando a generaciones de exploradores, historiadores y soñadores.
Como mínimo, se ha asegurado un lugar privilegiado en la historia como la más enigmática de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Imagen | Fantasy Art, Wikimedia, Dorotheum
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