Como España, China ha construido su red de alta velocidad en tiempo récord. Ahora afronta el mismo problema: mantenerla
Publicado el 22/07/2025 por Diario Tecnología Artículo original
China ya ha demostrado que puede hacer lo que ningún otro país ha logrado: desplegar en tiempo récord la red de alta velocidad más grande del planeta. Pero no basta con tenerla. El nuevo reto es aún más complejo: mejorarla, hacerla más eficiente, más conectada, más útil para la economía. Y eso exige decisiones menos vistosas, pero igual de ambiciosas.
De crecer rápido a crecer bien. Entre 2021 y 2024, China sumó 10.000 kilómetros de vía a su red de alta velocidad. La cifra impresiona, pero ya no es lo que define el éxito. El Ministerio de Transporte ha dejado claro que el objetivo actual no es extender sin pausa el mapa ferroviario, sino exprimir su potencial. De hecho, el país se ha fijado como meta alcanzar los 50.000 kilómetros operativos antes de que termine 2025. Actualmente, la red suma 48.000 kilómetros, más del 70 % del total mundial, y conecta el 97 % de las ciudades con más de 500.000 habitantes.
Millones de viajeros, pero aún hay margen de mejora. Solo en la primera mitad de 2025, los trenes de alta velocidad chinos transportaron 2.240 millones de personas. La cifra impresiona, pero las autoridades no se conforman. El objetivo ahora es hacer que ese sistema sea más cómodo, más predecible y mejor coordinado con el resto del ecosistema de transporte, desde el metro urbano hasta los aeropuertos.
Alta velocidad sí, pero también logística. China quiere que sus trenes de alta velocidad dejen de ser solo una solución para viajeros. El nuevo enfoque incluye rutas adaptadas al transporte de mercancías, interconexiones con aeropuertos y nodos marítimos, y mejoras para integrar el sistema en la cadena productiva. Lo que está en juego ya no es solo la movilidad, sino la competitividad del país.
Más allá de los raíles tradicionales. Mientras mantiene en marcha la red actual, China desarrolla en paralelo nuevas generaciones de trenes, como los de levitación magnética. Estos avances no buscan sustituir lo construido, sino prepararse para un futuro donde la velocidad, la autonomía y la sostenibilidad son clave. El país ya ha probado prototipos que alcanzan los 600 km/h en ciudades como Qingdao.

Cifras que impresionan. Seguridad que sostiene. Mover a millones cada día con puntualidad es un logro. Hacerlo sin incidentes mayores, durante años, lo es aún más. China ha construido una red que no solo corre rápido, sino que apunta a resistir terremotos, tormentas y sobrecargas. Según Xinhua, desde 2012 no se ha registrado ningún accidente grave en la red de alta velocidad.
Planificación centralizada. Frente a las demoras crónicas que afectan a muchos países, China ha mantenido una estrategia clara: decisiones centralizadas, inversión sostenida y control estatal del proceso. No es un modelo perfecto —hay errores, sobrecostes y decisiones discutibles—. Pero sus resultados en materia de despliegue e integración son difíciles de ignorar.
Una red madura, un reto mayor. Como hemos visto, el gigante asiático sigue ampliando su red, especialmente hacia regiones interiores y menos conectadas. Sine embargo, ya no se trata solo de sumar ciudades al mapa. El verdadero reto es otro: lograr que una infraestructura gigantesca funcione cada vez mejor, con menos margen de error y más exigencias logísticas. La etapa de los grandes despliegues está dando paso a la etapa de la precisión.
Imágenes | N509FZ (Wikimedia Commons - CC BY-SA 4.0) | N509FZ
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