Ahora sabemos qué hacía el ejército de EEUU en Finlandia. Rusia está expandiendo sus tropas en su frontera con Europa
Publicado el 02/05/2025 por Diario Tecnología Artículo original
En el mes de abril se dio una paradoja que contamos. Mientras Finlandia volvía a convertirse en la nación “más feliz” del planeta, un ejército de Estados Unidos había llegado a sus fronteras para prepararse para "lo peor". Comenzaba así una simulación donde las Fuerzas de Defensa de Finlandia y un operativo de Washington se entrenaban en conjunto para una eventual invasión. Si existía alguna duda sobre quién era el enemigo, Rusia la acaba de despejar.
Rearme silencioso. Lo contaba en exclusiva el Wall Street Journal apoyado en los datos satelitales que había conseguido. Mientras gran parte de la atención internacional sigue centrada en la guerra en Ucrania, Europa comienza a inquietarse ante una serie de movimientos estratégicos del ejército ruso que, sin hacer casi ruido, están redefiniendo el equilibrio militar del continente. En la ciudad rusa de Petrozavodsk, a unos 160 kilómetros de la frontera con Finlandia, ingenieros militares trabajan en la expansión de bases y en la creación de un nuevo cuartel general que albergará decenas de miles de soldados en los próximos años, muchos de los cuales hoy combaten en Ucrania.
Estas tropas, según fuentes de inteligencia occidentales, no están pensadas para la guerra actual, sino para futuras confrontaciones con la OTAN. Moscú ha intensificado el reclutamiento, modernizado la infraestructura ferroviaria en zonas fronterizas y duplicado su presupuesto militar, que ya supera el 6% del PIB. El presidente Putin ha ordenado que el tamaño de las fuerzas armadas rusas aumente hasta 1,5 millones de efectivos, y aunque públicamente niega aspiraciones expansionistas, su gobierno sigue dando señales contradictorias, incluyendo declaraciones oficiales que afirman la necesidad de prepararse para un posible enfrentamiento con la Alianza Atlántica.
Rejuvenecer el ejército. Es una de las consecuencias. El repunte del gasto militar ha impulsado una aceleración inédita en la producción de armamento. Antes de la invasión a Ucrania, Rusia fabricaba alrededor de 40 tanques T-90M al año. Ahora produce casi 300, aunque muchos no son enviados al frente, sino que se reservan en territorio nacional. La producción de artillería y municiones también ha aumentado, y los drones rusos han ganado en calidad y volumen.
Así, el ejército de Moscú, lejos de colapsar, se está reconfigurando más rápido de lo que la mayoría de los analistas había previsto, con nuevas unidades, equipos y una rotación constante de efectivos que permite mantener la presión en Ucrania mientras se preparan otras formaciones en suelo ruso. De hecho, algunos servicios de inteligencia europeos alertan sobre un escenario “b”: si se logra un alto el fuego en Ucrania, Rusia podría estar en condiciones de lanzar una guerra a gran escala en Europa en un plazo de cinco años, o incluso antes si percibe debilidad en la cohesión de la OTAN.
Tensiones en el flanco oriental. Qué duda cabe, el fortalecimiento militar ruso ha desatado reacciones inmediatas en los países bálticos y Polonia, que ya han comenzado a reforzar sus fronteras con zanjas, minas antipersonales y obstáculos antitanques, los conocidos como “dientes de dragón”. Estonia, Letonia, Lituania y Polonia han abandonado tratados internacionales sobre minas, y varios gobiernos consideran plausible que Rusia busque poner a prueba la solidez de la OTAN mediante una incursión limitada en algún Estado miembro con población rusoparlante, como Estonia.
A esto se suma la inquietud provocada por operaciones encubiertas atribuidas a los servicios de inteligencia rusos, como intentos de sabotaje y asesinatos en Europa occidental. De ahí que muchos analistas adviertan que el Kremlin podría apostar por una provocación menor que fracture el consenso dentro de la Alianza, especialmente si percibe divisiones internas o falta de respuesta coordinada.

Estrategia territorial. Por su parte, recordaba el Journal que Putin ha recurrido al legado histórico de la fuerza militar rusa (que venció a Napoleón y a Hitler) para justificar la guerra en Ucrania y su ambición de recuperar influencia sobre antiguos aliados que se han inclinado hacia Occidente. El gobierno ruso ha reorganizado su estructura militar interna creando nuevos distritos en torno a Moscú y San Petersburgo, y ha incrementado la cooperación logística con Bielorrusia, su principal aliado y base de operaciones en la guerra actual.
En el distrito militar de Leningrado, que colinda con Estonia, Letonia y Finlandia, brigadas de tamaño medio están siendo transformadas en divisiones de hasta 10.000 efectivos, y se están construyendo cuarteles, hospitales, almacenes y nuevas rutas ferroviarias que conectan con Noruega, Finlandia y el sur de San Petersburgo. Finlandia, que históricamente ha intentado evitar tensiones con Rusia pero que ahora forma parte de la OTAN, observa con atención la renovación de antiguos pasos fronterizos y la construcción de cabeceras ferroviarias que permitirían el paso de fuerzas mecanizadas, con implicaciones directas para su seguridad nacional.
Nueva élite social. Explicaba el medio que uno de los pilares de esta reconstrucción militar es el enorme aumento del reclutamiento, impulsado por incentivos financieros que en algunos casos superan los 20.000 dólares por firmar un contrato. Estas sumas superan con creces los ingresos anuales promedio en muchas regiones rusas, y han permitido un flujo constante de nuevos soldados (entre 30.000 y 40.000 al mes según estimaciones) que permite a Rusia mantener su presencia en Ucrania sin agotar su reserva estratégica.
No solo eso. Además, el medio exponía otra medida que ya contamos hace unas semanas: los veteranos están recibiendo beneficios ampliados, como cargos en gobiernos locales y escaños en el Parlamento, consolidando al estamento militar como una nueva élite nacional. Los nuevos reclutas estarán destinados mayoritariamente a las unidades que se despliegan en la frontera con la OTAN, y para ellas se reserva el nuevo armamento, mientras que el frente ucraniano sigue recibiendo material soviético reacondicionado.
Los próximos ejercicios militares estratégicos de Rusia, denominados Zapad, se centrarán en estas regiones fronterizas, y se espera que sirvan como demostración de fuerza dirigida tanto a la OTAN como a la opinión pública interna.
Nueva arquitectura de poder. En resumen, Rusia está apostando muy fuerte a que su resurgimiento militar, combinado con una posible fatiga occidental ante el conflicto ucraniano, le devuelva un asiento en la mesa donde se definan las nuevas reglas de seguridad en Europa. Aunque figuras como Trump descartan la posibilidad de que Rusia tenga ambiciones más allá de Ucrania, los hechos descritos en el Journal sobre el terreno y las advertencias de múltiples agencias de inteligencia europeas sugieren lo contrario.
Si se quiere también, Moscú parece confiar en que una OTAN dividida, descoordinada o debilitada por conflictos internos se verá obligada a negociar desde una posición de desventaja frente a una Rusia revitalizada y armada hasta los dientes. Con la historia siempre como justificación, el Kremlin se prepara así para un futuro en el que la diplomacia volverá a estar subordinada a la fuerza militar, y en el que el control de las rutas, los efectivos y la capacidad de disuasión apuntan a ser la verdadera moneda de cambio en la geopolítica continental.
Imagen | Ministry of Defence of the Russian Federation, NATO North Atl
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