A China le ha salido un problema en la partida de póker que juega con Taiwán: La Operación Martillo de EEUU
Publicado el 03/07/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Ahora que se respira cierta calma tensa en Oriente Medio, son muchos los analistas que han girado la lupa del marco geopolítico. En junio ya comentamos que, en un giro de los acontecimientos de lo más perverso, el ataque de Estados Unidos a Irán destinado a contener una proliferación nuclear podría ser el catalizador de otra aún más peligrosa: Corea del Norte.
Había un segundo escenario por dibujar: el de China y Taiwán.
Volver a empezar. Contaban los analistas del New York Times que el ataque estadounidense contra instalaciones nucleares iraníes ha añadido una nueva capa de complejidad a la ya tensa ecuación geopolítica entre Estados Unidos, China y Taiwán. Lo que comenzó como una estrategia diplomática se transformó en una ofensiva súbita que ahora sirve como elemento de estudio para los líderes chinos, que buscan anticipar cómo respondería Trump ante una eventual crisis en el estrecho de Taiwán.
Su conducta errática y su disposición a recurrir al uso de la fuerza, incluso tras haberlo rechazado previamente, generan desconcierto en Pekín. China, concuerdan, observa este viraje como una señal de que Trump, lejos de representar una postura predecible, podría aplicar una lógica de fuerza igualmente en Asia si percibe que sus intereses están en juego.
El espejo de Irán. De la misma forma que Corea del norte, el ataque sobre Irán ha podido forzar a los estrategas chinos a revisar sus modelos de contingencia respecto a Taiwán. A pesar de las diferencias evidentes entre los dos escenarios, la lección esencial es compartida: Trump está dispuesto a desatar operaciones militares si lo considera oportuno, incluso contra adversarios con capacidad de respuesta limitada como Irán.
Pekín, en cambio, cuenta con un poderío militar considerablemente superior y se sabe más cerca del teatro de operaciones que cualquier fuerza estadounidense. Aun así, la posibilidad de una escalada repentina obliga a los chinos a prepararse para un abanico de escenarios, desde una crisis diplomática hasta un enfrentamiento directo que se les escape de las manos. La incertidumbre sobre la línea roja de Trump es precisamente lo que les inquieta.
Taiwán y la ambigüedad. Una constante en la política estadounidense hacia Taiwán ha sido la ambigüedad calculada: disuadir a China de esa invasión que suena para 2027 (coincidiendo con el centenario del EPL), sin garantizar explícitamente una intervención militar. Trump ha llevado esa ambigüedad a un nivel extremo. Por momentos ha elogiado a Xi Jinping y ha dado señales de distensión, mientras que en otros ha endurecido su retórica y ha intensificado el suministro de armas a Taipéi.
Para Pekín, esta dualidad es desconcertante pero también peligrosa, porque no puede anticiparse con certeza a su conducta. En este contexto, los analistas chinos han intensificado su escrutinio, manteniendo reuniones discretas con interlocutores estadounidenses en busca de pistas sobre los verdaderos límites del expresidente. La impresión que transmiten es de cautela nerviosa: temen que la imprevisibilidad de Trump pueda desencadenar una crisis no deseada.

Presiones cruzadas. La tensión no solo emana de Pekín. Recordaba en otro reportaje la revista Time que dentro de Estados Unidos y Taiwán hay temor de que el propio Trump, en su afán negociador, termine cediendo algo a China en una futura cumbre con Xi, tal vez en forma de una declaración ambigua o una omisión significativa sobre la defensa de la isla. Washington, como decíamos, mantiene el suministro de armamento (y más) y exhorta a Taipéi a incrementar su gasto militar, pero es el presidente quien decide finalmente.
Esa centralización del poder y su carácter errático inquietan tanto en el Pentágono como en el Palacio Presidencial taiwanés. Lo hemos contado: las recientes maniobras chinas, incluyendo el despliegue de portaviones más allá de la primera cadena de islas, son vistas como pruebas de estrés: simulacros silenciosos para medir la capacidad de reacción aliada y el grado de compromiso real de Washington.
Taiwán entre líneas y símbolos. Mientras Pekín acusa a la presidenta taiwanesa Lai Ching-te de separatismo, la administración isleña insiste en que son las maniobras y amenazas chinas las que tensan la cuerda. A su vez, dentro de Taiwán, hay quienes interpretan el ataque de Trump a Irán como una advertencia indirecta a las grandes potencias, un mensaje codificado hacia Moscú y Pekín: si se cruza una línea, la respuesta podría ser inmediata.
Pero la comparación entre Irán y China es peligrosa. El arsenal misilístico de Pekín (que incluye unos 3.500 misiles convencionales, submarinos balísticos nucleares y una armada de rápido crecimiento) haría inviable una ofensiva relámpago como la lanzada en Medio Oriente. China lo sabe, y es por ello que multiplica sus despliegues, incursiones aéreas y ejercicios navales, consolidando una presión constante sobre la isla, diseñada para desgastarla psicológica y estratégicamente.
China entre dos frentes. Plus: Al tiempo que enfrenta estas incertidumbres en el este, Pekín debe lidiar con una creciente percepción de amenaza en Occidente. Las recientes declaraciones del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, alertando sobre la expansión militar china y su posible coordinación con Rusia en caso de crisis en Taiwán, refuerzan la narrativa occidental de China como reto sistémico. Pekín, por su parte, denuncia que la OTAN busca justificar su expansión hacia Asia usando a China como pretexto.
Un teatro de sombras. En resumen, Trump ha demostrado que puede cambiar de rumbo sin previo aviso, y ese rasgo, lejos de tranquilizar, introduce un elemento de volatilidad peligrosa. Mientras, China explora si puede encontrar un resquicio para debilitar el apoyo estadounidense a Taipéi, incluso sin recurrir a la fuerza.
Y en paralelo, el aparato militar de Estados Unidos y sus aliados teme que cualquier error de cálculo, cualquier palabra fuera de lugar en una cumbre, pueda desencadenar una reacción en cadena. La acción militar en Irán no es solo un acto puntual: es una declaración de intenciones ambigua, una que ha puesto en alerta a todos los actores del tablero Indo-Pacífico.
utm_campaign=03_Jul_2025"> Miguel Jorge .