El Verano Devastador: Cuando el Tomate de la Ensalada Se Convierte en un Lujo

Este verano ha sido, para muchos, una prueba de resistencia. Días interminables bajo un sol inclemente, noches tropicales que roban el sueño y un ambiente que, más que refrescante, se ha sentido opresivo. Sin embargo, más allá de la incomodidad personal, las repercusiones de esta estación implacable se están manifestando de las formas más insospechadas y, a veces, dolorosas. Recuerdo con nostalgia la imagen del tomate maduro y jugoso, eje central de nuestras ensaladas veraniegas, símbolo indiscutible de frescura y vitalidad estival. Una imagen que, este año, se ha vuelto esquiva. Nos hemos encontrado con estantes semivacíos, precios disparados o, peor aún, con un producto que, si bien se llama tomate, dista mucho de aquel que añoramos. La cruda realidad es que el verano ha sido tan duro que se ha llevado por delante hasta al ingrediente más veraniego de la ensalada: el tomate. Este fenómeno, aparentemente trivial, esconde una compleja red de factores que van desde el cambio climático hasta la economía global, y nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de nuestros sistemas alimentarios y la urgente necesidad de adaptación.