Telefónica notifica un ERE para más de una cuarta parte de su plantilla

El sector de las telecomunicaciones en España, y en el mundo, se encuentra en un proceso de transformación constante, marcado por la feroz competencia, la necesidad imperante de invertir en nuevas infraestructuras y la optimización de costes. En este contexto, una de las empresas más icónicas y con mayor arraigo en el país, Telefónica, ha vuelto a ser noticia, y no precisamente por el lanzamiento de una nueva tecnología o un servicio revolucionario. La compañía ha notificado a los sindicatos su intención de llevar a cabo un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afectaría a más de una cuarta parte de su plantilla en España, una cifra que, de confirmarse en su magnitud inicial, representa un movimiento de gran calado y con profundas implicaciones sociales y económicas.

Este anuncio, lejos de ser una sorpresa para quienes siguen de cerca la evolución del gigante azul, ha generado, no obstante, una ola de incertidumbre entre los miles de empleados que han dedicado gran parte de su vida profesional a la empresa. La digitalización, la automatización y la necesidad de ajustar estructuras para ser más competitivos en un mercado saturado de ofertas y donde los márgenes se estrechan, son los argumentos esgrimidos por la dirección. Pero detrás de estos términos empresariales, hay personas, familias y trayectorias que se ven directamente impactadas por una decisión estratégica de esta magnitud. No es solo un número en un balance, es una reestructuración de vidas.

Un ajuste necesario o un golpe para la plantilla

Telefónica notifica un ERE para más de una cuarta parte de su plantilla

La cifra preliminar que se ha puesto sobre la mesa, de más de 5.000 trabajadores afectados sobre una plantilla que ronda los 18.000 empleados en sus filiales principales (Telefónica de España, Telefónica Móviles y Telefónica Soluciones), es realmente significativa. Esta magnitud sugiere que la compañía busca una reestructuración profunda, que va más allá de un simple "adelgazamiento" de su estructura. La justificación oficial, como suele ser habitual en estos procesos, se centra en la necesidad de adaptar la plantilla a los nuevos requerimientos del negocio y a la evolución del mercado. Esto implica, entre otras cosas, la desvinculación de perfiles que, según la empresa, ya no son tan necesarios en un entorno digital y la potenciación de otros con habilidades más alineadas con la fibra, el 5G, la inteligencia artificial y los servicios en la nube.

Desde mi punto de vista, la transformación digital no es una opción, sino una obligación para cualquier empresa que quiera sobrevivir y prosperar en el siglo XXI, y Telefónica no es una excepción. Sin embargo, la forma en que se gestionan estas transiciones es lo que realmente define la cultura y la responsabilidad social de una corporación. Es comprensible que una empresa de la envergadura de Telefónica, con una fuerte presión de accionistas y un mercado en constante evolución, deba tomar decisiones difíciles para asegurar su viabilidad a largo plazo. La inversión en redes de fibra óptica y 5G es mastodóntica, y el retorno no siempre es inmediato, mientras que la competencia low-cost aprieta los precios en la parte minorista. Es un equilibrio delicado entre la eficiencia operativa y el capital humano que ha construido la empresa.

Los detalles sobre los departamentos y perfiles específicos que se verían más afectados aún están por concretarse en las mesas de negociación. No obstante, la experiencia de EREs anteriores en el sector sugiere que los perfiles más vinculados a la telefonía fija tradicional, o a tareas más administrativas y menos digitalizadas, suelen ser los más señalados. Por otro lado, la compañía busca reforzar áreas como la ciberseguridad, el big data, la computación en la nube y el desarrollo de nuevas plataformas. Este cambio de paradigma requiere, indudablemente, una fuerza laboral con diferentes competencias. Pero la pregunta clave es si estas transformaciones se pueden abordar también a través de planes de formación y reubicación interna más ambiciosos, o si el ERE es la única vía para lograr la agilidad deseada.

La trayectoria de Telefónica y los ERE anteriores

Telefónica no es ajena a los procesos de reestructuración de plantilla. A lo largo de su historia, especialmente desde la liberalización del sector en España, ha afrontado diversos EREs y planes de bajas voluntarias para adaptarse a los cambios del mercado. Recordamos el ERE de 2016, que afectó a cerca de 6.000 empleados; el de 2019, que impactó a unos 2.600; y el más reciente, de 2021, que supuso la salida de algo menos de 4.000 trabajadores. Cada uno de estos procesos ha tenido sus particularidades, pero todos comparten el denominador común de ser respuestas a la necesidad de la empresa de optimizar su estructura y costes frente a una competencia cada vez más feroz y una transformación tecnológica imparable.

La compañía ha pasado de ser un monopolio público de la telefonía a una multinacional global de telecomunicaciones y tecnología, con presencia en decenas de países y una diversificación de servicios que va mucho más allá de la simple línea telefónica. Esta evolución ha requerido, por fuerza, una adaptación constante de su modelo de negocio y, por ende, de su capital humano. Los anteriores EREs se han caracterizado por ser negociaciones intensas con los sindicatos, buscando siempre la voluntariedad de las salidas y condiciones ventajosas para los trabajadores afectados, como prejubilaciones con un alto porcentaje del salario y seguros sanitarios. Es de esperar que en este nuevo proceso se siga una dinámica similar, aunque la magnitud del mismo añade una capa extra de complejidad y presión.

La historia de Telefónica es, en cierto modo, la historia de las telecomunicaciones en España. Desde la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE) hasta la Telefónica actual, ha sido un pilar fundamental en la modernización del país. Sin embargo, incluso los pilares más sólidos deben adaptarse a los terremotos del mercado. Para más información sobre la evolución reciente de la empresa, se puede consultar su Sala de Comunicación oficial.

El impacto para los empleados y la sociedad

Detrás de cada número frío de un ERE se encuentran historias personales y profesionales. Para los empleados afectados, la noticia de un expediente de estas características genera una mezcla de emociones: incertidumbre, preocupación por el futuro, pero también, para muchos, la oportunidad de acogerse a condiciones de salida que pueden ser atractivas en el caso de las prejubilaciones. El perfil demográfico de la plantilla de Telefónica, con una proporción considerable de empleados de larga trayectoria y edades avanzadas, hace que las prejubilaciones sean una opción recurrente y, a menudo, preferida por ambas partes.

Sin embargo, el impacto no es uniforme. Para los trabajadores más jóvenes o con menos antigüedad, las opciones pueden ser más limitadas y la búsqueda de un nuevo empleo más desafiante en un mercado laboral que, aunque en mejora, sigue presentando sus complejidades. Es aquí donde la labor de los sindicatos, y la responsabilidad de la empresa, se vuelven cruciales para buscar soluciones que minimicen el impacto social y faciliten la transición laboral de quienes no puedan o no quieran acogerse a las bajas incentivadas. Programas de recolocación, formación para nuevas habilidades o planes de emprendimiento son algunas de las herramientas que se suelen contemplar en estos procesos.

Más allá de lo individual, un ERE de esta magnitud tiene un impacto en el tejido social. Telefónica no es solo una empresa; es un empleador de referencia, un inversor clave y un actor social relevante en España. La salida de miles de trabajadores, incluso si es de forma pactada y con buenas condiciones, siempre deja una huella. Desde mi perspectiva, las grandes corporaciones tienen una responsabilidad que va más allá de la cuenta de resultados. Deben contribuir a la estabilidad social y, en la medida de lo posible, buscar alternativas a los despidos masivos, como la reconversión profesional o la movilidad interna. La lealtad de los empleados a una marca de toda la vida merece una consideración especial.

Negociación sindical y perspectivas de futuro

La notificación del ERE marca el inicio de un periodo de consultas y negociaciones entre la dirección de Telefónica y los representantes sindicales, principalmente UGT y CCOO, que son los sindicatos mayoritarios en la empresa. Estas negociaciones suelen ser largas y complejas, con el objetivo primordial por parte sindical de reducir al máximo el número de despidos forzosos, mejorar las condiciones de las salidas voluntarias (especialmente para las prejubilaciones), y garantizar un proceso transparente y justo para todos los afectados.

El desafío para los sindicatos es enorme. Deben equilibrar la defensa de los derechos de los trabajadores con la realidad económica y estratégica de la empresa. En el pasado, los acuerdos alcanzados en Telefónica han sido, en general, considerados "modelo" en cuanto a las condiciones ofrecidas, lo que ha permitido que la inmensa mayoría de las salidas se produjeran de forma voluntaria. Es la expectativa que se tiene también para este nuevo ERE. La búsqueda de un pacto que satisfaga, en la medida de lo posible, a todas las partes, es fundamental para mantener un clima de estabilidad laboral. Puedes encontrar más detalles sobre el papel de los sindicatos en estos procesos en artículos como este de Cinco Días sobre sindicatos.

Este ERE se enmarca en la estrategia de Telefónica de redefinir su fuerza laboral para lo que la empresa denomina la "Nueva Telefónica" o la "Mapa de Talentos". Esto implica no solo reducir, sino también transformar. La formación continua y el reskilling de la plantilla son, por tanto, elementos clave que deberían acompañar a cualquier plan de ajuste. El futuro de Telefónica pasa por ser una empresa de tecnología y servicios digitales de vanguardia, y para ello necesita una plantilla que refleje esa visión. Las negociaciones determinarán no solo cuántas personas salen, sino también cómo se prepara a la que se queda para los retos venideros.

El sector de las telecomunicaciones en transformación

El contexto en el que se produce este ERE es crucial para entender su magnitud. El sector de las telecomunicaciones en Europa, y particularmente en España, está bajo una presión inmensa. La consolidación del mercado, con fusiones y adquisiciones como la de Orange y MásMóvil, está cambiando el panorama competitivo. La guerra de precios en el segmento minorista es brutal, reduciendo los ARPU (ingresos medios por usuario) y erosionando los márgenes. Al mismo tiempo, la inversión necesaria para desplegar redes de fibra hasta el hogar (FTTH) y, especialmente, la infraestructura del 5G, es colosal. Para Telefónica, que ha sido pionera en muchos de estos despliegues, mantener el liderazgo exige un esfuerzo constante y una gran eficiencia operativa.

Además, la irrupción de nuevos actores tecnológicos (las llamadas "over-the-top" o OTT) que ofrecen servicios de comunicación y entretenimiento a través de las redes de los operadores tradicionales, sin las mismas obligaciones de inversión en infraestructura, añade una capa más de complejidad. Plataformas como WhatsApp, Netflix o Zoom utilizan las redes de Telefónica, pero los beneficios generados por esos servicios no se reparten de forma equitativa con los operadores que han hecho la inversión. Este desequilibrio es un tema recurrente en las discusiones regulatorias europeas y una de las razones por las que los operadores buscan optimizar sus costes y operaciones. Puedes leer más sobre la consolidación del sector en este artículo de Expansión sobre telecomunicaciones.

La digitalización y la automatización no solo afectan a los servicios que ofrece Telefónica, sino también a la forma en que opera internamente. Muchos procesos que antes requerían una intervención humana intensiva, ahora pueden ser gestionados por sistemas inteligentes, robots de software o algoritmos. Esto, si bien aumenta la eficiencia, también implica una menor necesidad de personal en determinadas áreas y una demanda creciente de perfiles especializados en el mantenimiento y desarrollo de estas nuevas tecnologías. Es un dilema global que las empresas de telecomunicaciones están enfrentando.

Reflexiones finales y el camino a seguir

El ERE planteado por Telefónica es un claro indicativo de los profundos cambios que atraviesa el sector de las telecomunicaciones. No es una medida aislada, sino parte de una estrategia más amplia para garantizar la sostenibilidad y competitividad de la compañía en un entorno en constante evolución. La magnitud de la cifra, más de una cuarta parte de la plantilla, subraya la ambición de esta reestructuración.

El éxito de este proceso no se medirá únicamente por el número de salidas o por los ahorros generados, sino por la forma en que se gestione. Un proceso transparente, justo y que priorice la voluntariedad, con condiciones dignas para los trabajadores afectados, es esencial para preservar la reputación de la empresa y mantener la moral del resto de la plantilla. Además, la inversión en formación y desarrollo para aquellos que se queden será fundamental para que Telefónica pueda afrontar los desafíos tecnológicos del futuro con una plantilla capacitada y motivada. El diálogo social entre la empresa y los sindicatos será el pilar sobre el que se construya este complejo camino.

Telefónica tiene la oportunidad, y la responsabilidad, de demostrar que la adaptación al cambio puede hacerse de una manera que equilibre la viabilidad económica con la consideración por su capital humano. El futuro del gigante azul dependerá en gran medida de cómo navegue por estas aguas turbulentas, manteniendo su compromiso con España y con la vanguardia tecnológica. Para una visión más global de la situación de Telefónica, su portal de inversores ofrece información detallada sobre su estrategia financiera y operativa. Los desafíos son grandes, pero también lo es la capacidad de adaptación y resiliencia de una empresa con casi un siglo de historia.

Otro recurso importante es la información en medios especializados como El Economista sobre telecomunicaciones, que a menudo ofrece análisis detallados sobre estos movimientos empresariales.

Telefónica ERE Telecomunicaciones Empleo