La decisión de Radiotelevisión Española (RTVE) de poner fin a sus emisiones en onda media es mucho más que un simple ajuste técnico en la parrilla radiofónica; es el cierre definitivo de un capítulo fundamental en la historia social, cultural y comunicativa de España. Durante 88 años, la onda media ha sido el latido sonoro que ha acompañado a varias generaciones de españoles, un hilo invisible que ha tejido relatos, informado sobre grandes acontecimientos y llevado consuelo y compañía a los rincones más remotos del país. Su desaparición, efectiva desde una fecha reciente, no solo marca el final de una tecnología, sino que también nos obliga a reflexionar sobre la rapidez con la que el progreso digital borra las huellas de nuestro pasado analógico.
Es cierto que, en la era de internet, los podcasts, la radio digital terrestre (DAB+) y las plataformas de streaming, la onda media parecía una reliquia del pasado. Sus costes de mantenimiento eran elevados, su calidad de sonido, para muchos, insuficiente en comparación con las opciones modernas, y su audiencia, menguante. Sin embargo, detrás de esos argumentos pragmáticos y técnicos, subyace una pérdida incalculable: la de un medio que fue pilar de la comunicación y la cohesión social, especialmente en tiempos de aislamiento y penuria. RTVE, como ente público, tiene la misión de preservar no solo el acceso a la información, sino también nuestra memoria colectiva, y en este sentido, el "plumazo" ha sido, a mi juicio, un tanto expeditivo, dejando un hueco difícil de llenar para ciertas audiencias y para la propia evocación histórica.
El fin de una era: la decisión de RTVE y sus implicaciones
La noticia de la desconexión definitiva de la onda media por parte de RTVE se ha gestado a lo largo de los últimos años, con cierres progresivos de diferentes emisoras y la concentración de emisiones en unos pocos puntos. La decisión final, justificada por la obsolescencia tecnológica, los elevados costes operativos y el descenso drástico de la audiencia, culmina un proceso de reestructuración que busca modernizar el servicio público de radiodifusión. Para RTVE, la apuesta pasa por la consolidación de sus canales en FM, la expansión de la radio digital terrestre y, sobre todo, por la omnipresencia en internet, a través de su plataforma RTVE Audio y sus aplicaciones móviles.
Desde un punto de vista puramente empresarial y de eficiencia, la medida puede parecer lógica. Mantener una red de transmisores de onda media, que requieren infraestructuras complejas, un consumo energético considerable y un personal especializado en equipos que ya no se fabrican, es una carga financiera importante para un ente que ya afronta desafíos presupuestarios. Además, la audiencia ha migrado de forma masiva a otras plataformas, especialmente los oyentes más jóvenes, que rara vez sintonizan una emisora de AM. Sin embargo, la onda media no era solo una cuestión de números; era un servicio público que, por su naturaleza, no siempre debe medirse con la misma vara de rentabilidad que una empresa privada.
La modernización frente a la nostalgia
La modernización es un imperativo para cualquier medio de comunicación que quiera seguir siendo relevante. La radio, como ha demostrado a lo largo de su historia, ha sabido adaptarse a cada nueva tecnología, desde el transistor hasta el podcast. No obstante, en esta carrera hacia lo digital, es crucial no dejar atrás a aquellos que no pueden o no quieren seguir ese ritmo. La onda media ofrecía una sencillez de uso inigualable: un aparato sencillo, una sintonización directa, y una cobertura amplia sin necesidad de conexión a internet. Esta facilidad de acceso era, precisamente, su mayor fortaleza para ciertos segmentos de la población.
Las implicaciones de esta decisión van más allá de lo técnico. Afecta directamente a la diversidad de medios y a la pluralidad de voces, aunque en el caso de RTVE, las emisiones principales se mantienen en otras plataformas. Pero, ¿qué ocurre con el valor intrínseco de la onda media como medio de largo alcance? Su capacidad para superar grandes distancias y sortear obstáculos geográficos era fundamental, sobre todo para la Radio Exterior de España, que utilizaba estas frecuencias para llegar a los españoles en el extranjero y proyectar la cultura de nuestro país más allá de nuestras fronteras. Aunque Radio Exterior sigue emitiendo por otras vías, la pérdida de su huella en onda media es simbólica.
Un viaje a través del tiempo: 88 años de onda media en España
Para entender la magnitud de esta pérdida, es fundamental echar la vista atrás y recordar lo que la onda media ha significado para España. Su historia es la historia misma de la radio en nuestro país, un medio que nació a principios del siglo XX y que rápidamente se convirtió en un motor de cambio y unión.
Los albores de la radio: primeros tiempos e impacto social
Las primeras emisiones regulares en onda media en España datan de 1924, con el nacimiento de EAJ-1 Radio Barcelona, a la que siguió poco después Unión Radio Madrid. Estos pioneros sentaron las bases de lo que sería un fenómeno social sin precedentes. La radio llegó en un momento de efervescencia cultural y política, y desde sus inicios, demostró un poder transformador. Era la voz que entraba en los hogares, que rompía el silencio y que, por primera vez, conectaba a las personas de diferentes puntos del país en tiempo real.
Durante la dictadura de Primo de Rivera y, posteriormente, durante la Segunda República, la radio se consolidó como una herramienta de información y entretenimiento. Sin embargo, fue durante la Guerra Civil Española cuando su papel se tornó crucial. Las emisoras, tanto las leales a la República como las afines a los sublevados, se convirtieron en trincheras radiofónicas, difundiendo propaganda, arengando a la población y ofreciendo las últimas noticias del frente. La onda media fue el vehículo principal de estos mensajes, llegando a cada rincón donde un aparato de radio pudiera sintonizarla, una auténtica proeza técnica y social para la época.
La edad de oro: unificando una nación
Tras la Guerra Civil, y durante la larga posguerra, la radio en onda media alcanzó su verdadera edad de oro. Con una sociedad empobrecida y un acceso limitado a otros medios de comunicación, el receptor de radio se convirtió en un bien preciado en muchos hogares. La radio era la ventana al mundo exterior, la compañía en la soledad y la fuente de entretenimiento para millones de españoles. Las voces de los locutores, las radionovelas, los programas musicales, los concursos y las retransmisiones deportivas (con el fútbol como gran protagonista) crearon una banda sonora colectiva que ayudó a mantener la moral y a forjar una identidad nacional.
La onda media, con su capacidad de penetración en zonas rurales y de difícil acceso, jugó un papel esencial en la cohesión del país. En pueblos aislados, donde no llegaban los periódicos y la televisión tardaría décadas en popularizarse, la radio era el único vínculo con la "civilización". Las emisiones de Radio Nacional de España (creada en 1937 y controlada por el régimen franquista) se encargaban de difundir la ideología oficial, pero también ofrecían información práctica, cultura y entretenimiento, consolidando un monopolio informativo que duraría años.
La llegada del transistor en los años 50 y 60 democratizó aún más el acceso a la radio. Estos pequeños aparatos portátiles permitieron llevar la radio a todas partes, fuera del hogar, haciendo de ella una compañera inseparable en el campo, en la playa o en el trabajo. La onda media seguía siendo la principal arteria de este flujo de información y entretenimiento. Para más información sobre la historia de la radio en España, se puede consultar este recurso de Wikipedia o archivos especializados.
De la pluralidad a la decadencia: la transición y más allá
Con la llegada de la democracia, el panorama radiofónico se diversificó. Aparecieron nuevas emisoras privadas, se liberalizaron las frecuencias y la FM comenzó a ganar terreno gracias a su mayor calidad de sonido. A pesar de ello, la onda media mantuvo su relevancia para ciertas audiencias y fines específicos. Las grandes cadenas generalistas seguían emitiendo en AM para asegurar la máxima cobertura, especialmente en zonas rurales o para los oyentes de mayor edad, que habían crecido con esta tecnología.
Sin embargo, a partir de los años 90 y, sobre todo, con el advenimiento de internet en el siglo XXI, la onda media empezó su declive. La calidad superior de la FM, la proliferación de radios temáticas y la irrupción de la radio online y los podcasts fueron restándole oyentes de manera paulatina pero constante. Los jóvenes, en particular, apenas sintonizaban AM, prefiriendo las nuevas plataformas. Este descenso de audiencia, sumado a los problemas técnicos y económicos inherentes a la tecnología, fue sentenciando su destino.
Factores técnicos y económicos: ¿por qué la desconexión?
La decisión de RTVE no es un capricho, sino la respuesta a una serie de factores técnicos y económicos que han hecho insostenible el mantenimiento de las emisiones en onda media.
El alto coste de mantenimiento y la obsolescencia
Uno de los argumentos principales para el cierre ha sido el elevado coste operativo de las estaciones de onda media. Estos transmisores requieren una infraestructura robusta, con grandes antenas y equipos de potencia que consumen cantidades ingentes de energía eléctrica. Además, muchos de estos equipos son antiguos, lo que dificulta la obtención de piezas de repuesto y encarece las labores de mantenimiento. El personal técnico especializado en estas instalaciones también es cada vez más escaso, lo que añade otra capa de dificultad.
En una época en la que la eficiencia energética y la sostenibilidad son valores en alza, mantener una tecnología tan costosa y demandante energéticamente se vuelve cada vez más difícil de justificar, especialmente para un servicio público que debe rendir cuentas a los ciudadanos.
Audiencia menguante y alternativas digitales
El descenso en el número de oyentes de onda media ha sido el factor decisivo. Las encuestas de audiencia muestran una preferencia abrumadora por la FM y, cada vez más, por las plataformas digitales. Las nuevas generaciones, acostumbradas a la claridad del sonido digital y a la inmediatez de internet, encuentran las limitaciones de la AM (ruido, interferencias, menor fidelidad de sonido) poco atractivas.
Las alternativas son numerosas y crecen día a día:
- Radio FM: Ofrece una mayor calidad de sonido y es el estándar de facto para la radio terrestre en la mayoría de los países.
- Radio digital terrestre (DAB+): Aunque su despliegue en España es aún limitado, ofrece sonido de calidad digital, mayor número de emisoras y metadatos adicionales. Más información sobre DAB+.
- Radio por internet y podcasts: Permiten escuchar cualquier emisora del mundo, acceder a contenido a la carta y personalizar la experiencia auditiva, todo ello con una calidad de sonido excelente y sin las limitaciones geográficas de las emisiones tradicionales.
Es indudable que la migración hacia estas plataformas es la tendencia dominante. Sin embargo, mi opinión es que la estrategia de abandono total de la onda media, sin una transición más prolongada o sin considerar la implementación de alternativas para los segmentos más vulnerables, puede ser problemática. La brecha digital sigue siendo una realidad en España, y dejar a una parte de la población sin su principal medio de acceso a la radio es una decisión que debería haber sopesado con mayor cautela las consecuencias sociales.
El vacío cultural y social: ¿qué perdemos?
Más allá de los fríos números y los argumentos técnicos, la desaparición de la onda media de RTVE deja un vacío en el tejido cultural y social español. Es una pérdida que va más allá de la mera tecnología.
Un salvavidas para el aislado y el mayor
Para millones de personas, especialmente los mayores que viven en zonas rurales o aquellos que por diversas circunstancias tienen un acceso limitado a internet o a las nuevas tecnologías, la onda media era su principal o único canal de acceso a la radio. Estos oyentes, a menudo los más fieles, no solo buscaban información o entretenimiento, sino compañía. La voz de la radio, sintonizada en un viejo aparato, era un miembro más de la familia, una conexión con el mundo exterior que ahora se ha cortado.
La facilidad de uso de los receptores de AM, sin necesidad de complejos menús o configuraciones de red, los hacía ideales para personas con menos habilidades tecnológicas. Su desaparición supone una barrera más para la inclusión digital de estos colectivos, que ya de por sí suelen ser los más vulnerables en este aspecto. No podemos subestimar el impacto psicológico de esta desconexión para quienes se sienten abandonados por el avance tecnológico.
Memoria histórica y preservación del patrimonio
La onda media no era solo un canal, era un continente. A través de sus frecuencias, hemos escuchado los discursos más trascendentales, las crónicas de eventos deportivos que nos hicieron vibrar, las radionovelas que nos transportaron a otros mundos y la música que marcó épocas. Era, en cierto modo, un "museo del aire", un repositorio vivo de la historia sonora de España. Su extinción marca el fin de una era en la forma en que el público general se conectaba con su pasado a través de la radio.
Aunque los contenidos de RTVE están archivados y disponibles en plataformas digitales (RTVE Audio, por ejemplo), la experiencia de escuchar esos contenidos a través de la onda media era parte intrínseca de su significado histórico. Es como si una biblioteca decidiera digitalizar todos sus libros y quemar los originales; la información se preserva, pero el objeto, la experiencia y la conexión física con el pasado, se pierden. El "plumazo" se siente aquí como una falta de aprecio por ese valor intrínseco.
Resiliencia en emergencias y alcance internacional
Uno de los argumentos más sólidos a favor de mantener una infraestructura de onda media, aunque sea reducida, es su capacidad de resiliencia en situaciones de emergencia. Las emisiones de onda media son menos susceptibles a las interrupciones causadas por cortes de energía localizados o fallos en las redes de comunicación modernas, como internet o la telefonía móvil. Su onda larga puede penetrar mejor en edificios y valles, y requiere menos infraestructura local para ser recibida. En caso de catástrofes naturales o fallos generalizados de las redes, la onda media podría haber servido como un canal crucial para la información de servicio público.
Además, como ya mencionamos, la onda media era vital para el alcance internacional de la Radio Exterior de España, llevando la voz de España a ciudadanos en el extranjero, marineros y comunidades en regiones lejanas. Aunque las nuevas tecnologías ofrecen alternativas, la fiabilidad y sencillez de la onda media para este propósito eran difíciles de igualar. El riesgo de dependencia total de infraestructuras digitales, que pueden ser vulnerables a ciberataques o fallos masivos, no es un tema baladí y merecería, en mi humilde opinión, una reflexión más profunda por parte de las autoridades competentes en la gestión de crisis.
Mirando al futuro: la radio pública y la transformación digital
La desaparición de la onda media nos obliga a mirar hacia el futuro de la radio, y en particular, al futuro de la radiodifusión pública en España. RTVE se enfrenta al reto de seguir siendo un servicio esencial y accesible para todos en un entorno cada vez más fragmentado y digitalizado.
La estrategia de RTVE pasa, lógicamente, por reforzar su presencia en las plataformas digitales. La creación de RTVE Audio como su hub de podcasts y radio a la carta, así como la integración de sus emisoras en aplicaciones y asistentes de voz, son pasos en la dirección correcta. El objetivo es llegar a una audiencia más joven y adaptarse a los nuevos hábitos de consumo.
Sin embargo, el gran desafío de la radiodifusión pública en la era digital es garantizar la universalidad del acceso. ¿Cómo se asegura que todos los ciudadanos, independientemente de su edad, ubicación geográfica o nivel socioeconómico, puedan seguir accediendo a la información y el entretenimiento que proporciona la radio pública? La brecha digital es real y profunda, y no podemos permitir que la modernización implique el abandono de los más vulnerables.
Quizás el futuro de la radio pública requiera una combinación inteligente de tecnologías: una FM robusta, un impulso decidido al DAB+ y una presencia digital impecable, pero también una consideración de las necesidades de aquellos a quienes la tecnología digital aún no llega o no es práctica. La esencia de un servicio público no es seguir las tendencias a ciegas, sino servir a toda la ciudadanía, y eso a veces implica mantener opciones que, aunque "obsoletas" para la mayoría, son vitales para una minoría. La onda media fue una de esas opciones, y su partida, después de casi nueve décadas, deja un vacío que resuena con la memoria de un país. Es un eco que, aunque ya no se transmita por las ondas, perdurará en la historia de la comunicación española.
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