El Colegio de Periodistas reforma el Código Deontológico para abordar el suicidio, la crisis climática y la inteligencia artificial

En un mundo que evoluciona a una velocidad vertiginosa, donde la información es tanto un arma de doble filo como el pilar de la democracia, el papel del periodismo se vuelve cada vez más crítico y complejo. Las transformaciones sociales, los avances tecnológicos y los desafíos globales exigen una constante adaptación de los principios éticos que rigen la profesión. Es en este contexto de cambio incesante donde el Colegio de Periodistas de España ha dado un paso fundamental y valiente: la reforma de su Código Deontológico. Esta actualización no es meramente un ejercicio burocrático, sino una respuesta directa a tres de los retos más apremiantes de nuestro tiempo: el tratamiento informativo del suicidio, la narrativa de la crisis climática y el impacto disruptivo de la inteligencia artificial en el ejercicio periodístico. Es un reflejo de la madurez de una profesión que, consciente de su poder y su responsabilidad, busca sentar las bases para un periodismo más ético, riguroso y, en última instancia, más útil para la sociedad.

Un imperativo ético en el siglo XXI: la reforma del Código Deontológico

El Colegio de Periodistas reforma el Código Deontológico para abordar el suicidio, la crisis climática y la inteligencia artificial

La ética periodística no es una disciplina estática, sino un cuerpo vivo de principios que debe evolucionar al ritmo de la sociedad a la que sirve. Los códigos deontológicos, lejos de ser meros manuales de buenas intenciones, actúan como brújulas morales en un mar de información en constante agitación. La decisión del Colegio de Periodistas de España de revisar y adaptar su Código Deontológico responde a un clamor creciente por dotar a los profesionales de herramientas claras y actualizadas para enfrentar dilemas éticos que hace apenas unas décadas eran impensables o no se percibían con la misma urgencia. Este proceso de reforma es una señal inequívoca de autocrítica y de la voluntad de la profesión de no quedarse atrás en la discusión de los grandes temas que marcan la agenda global. Se trata, en esencia, de reafirmar el compromiso del periodismo con la verdad, la pluralidad y el servicio público, adaptando estas máximas a las nuevas realidades.

La evolución del periodismo y sus responsabilidades

Desde la irrupción de internet y las redes sociales, el ecosistema mediático ha cambiado drásticamente. La inmediatez, la viralidad y la democratización —y a veces la trivialización— de la producción de contenidos han difuminado las líneas entre el periodista profesional y el emisor de información. En este panorama, la labor de los colegios profesionales cobra una relevancia especial al intentar mantener los estándares de calidad y ética que distinguen al periodismo veraz del ruido informativo. Las responsabilidades del periodista se han multiplicado, abarcando ahora no solo la verificación de hechos, sino también la moderación del discurso, la protección de la salud mental de la audiencia y la divulgación responsable de temas de alcance planetario.

El tratamiento del suicidio: entre la información y la prevención

Uno de los puntos más sensibles y necesarios de esta reforma es, sin duda, el tratamiento informativo del suicidio. Durante mucho tiempo, la política de muchos medios se basó en el "pacto de silencio", una suerte de acuerdo tácito para no informar sobre el suicidio por temor al efecto llamada. Sin embargo, la investigación y la experiencia han demostrado que el silencio absoluto no solo es ineficaz, sino que priva a la sociedad de una discusión necesaria sobre un problema de salud pública de enormes dimensiones. El suicidio es una de las principales causas de muerte en el mundo, y en España las cifras son alarmantes, superando incluso las de accidentes de tráfico.

La nueva perspectiva ética del Colegio de Periodistas busca un equilibrio delicado y crucial: informar de manera responsable sin estigmatizar, sin glorificar y, sobre todo, contribuyendo a la prevención. Esto implica una serie de pautas muy específicas:

  1. Evitar la espectacularización: No se deben detallar métodos, ni lugares, ni se debe caer en el sensacionalismo morboso que banaliza el sufrimiento.
  2. No glorificar ni romantizar: Es fundamental evitar cualquier narrativa que pueda presentar el suicidio como una solución o un acto heroico.
  3. Contextualizar como un problema de salud pública: El suicidio debe entenderse como la manifestación final de un profundo sufrimiento psíquico y emocional, a menudo relacionado con trastornos mentales o situaciones de extrema vulnerabilidad.
  4. Ofrecer recursos y ayuda: Es imperativo incluir en las informaciones enlaces a servicios de ayuda, números de teléfono de prevención y organizaciones que ofrecen apoyo psicológico. Esta es, en mi opinión, una de las contribuciones más valiosas de la nueva normativa, transformando el acto de informar en una oportunidad de intervención y prevención.
  5. Proteger la privacidad: La identidad de las personas implicadas, especialmente si son menores o víctimas indirectas, debe ser tratada con la máxima cautela y respeto.

La OMS lleva años instando a los medios a adoptar un enfoque más proactivo y responsable en esta materia. Su guía para periodistas es una referencia fundamental que subraya cómo una información adecuada puede, de hecho, contribuir a la prevención. Es una cuestión de salud pública que el periodismo no puede ni debe ignorar, pero que requiere un rigor ético extremo. La reforma del Código Deontológico es un paso adelante crucial para armonizar la labor periodística con las mejores prácticas internacionales en prevención del suicidio. Recomiendo encarecidamente revisar las directrices de la Organización Mundial de la Salud sobre este tema, ya que ofrecen una base sólida para cualquier periodista que aborde esta temática: Directrices de la OMS para la prevención del suicidio.

La crisis climática: un desafío narrativo para el periodismo

El segundo pilar de esta reforma aborda la crisis climática, un tema que, por su magnitud y complejidad, ha puesto a prueba la capacidad del periodismo para informar de manera efectiva y movilizadora. Durante años, la cobertura se caracterizó por una falsa equivalencia, presentando el cambio climático como un "debate" entre científicos y escépticos, a pesar del abrumador consenso científico. Esta neutralidad mal entendida diluyó la urgencia y la seriedad del problema.

El nuevo Código Deontológico busca corregir esta deriva y orientar a los periodistas hacia una cobertura que refleje la realidad científica y la urgencia de la situación. Algunas de las directrices clave incluyen:

  1. Basarse en la evidencia científica: Dar voz a los expertos y científicos, y no a negacionistas sin respaldo académico, es fundamental. La ciencia no es una opinión más, es conocimiento verificable. Los informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) deben ser la Biblia de referencia para cualquier periodista que cubra este tema: Informes del IPCC en español.
  2. Evitar la "desesperanza" y el alarmismo paralizante: Si bien es crucial comunicar la gravedad de la situación, el periodismo también debe destacar las soluciones, las iniciativas y el progreso, para empoderar a la audiencia en lugar de paralizarla con el miedo. Creo firmemente que un periodismo que solo presenta catástrofes sin propuestas de acción corre el riesgo de generar apatía.
  3. Humanizar la crisis: La crisis climática no es solo un fenómeno meteorológico; tiene impactos profundos en la vida de las personas, las economías, la salud y la justicia social. Conectar estos impactos con las vidas cotidianas de la audiencia es esencial para generar empatía y comprensión.
  4. Responsabilizar a los actores: El periodismo debe señalar a los responsables de la emisión de gases de efecto invernadero y a quienes obstaculizan las políticas de acción climática, ya sean gobiernos, empresas o instituciones.
  5. Combatir la desinformación y el "greenwashing": Con la proliferación de campañas de desinformación y el uso del "lavado verde" (greenwashing) por parte de algunas corporaciones, el periodismo tiene el deber de verificar las afirmaciones y exponer las falsedades.

La cobertura de la crisis climática es, para mí, uno de los desafíos más significativos para el periodismo de nuestro tiempo. No se trata de activismo, sino de periodismo riguroso que informa sobre la mayor amenaza existencial que enfrenta la humanidad. El Observatorio de Periodismo Ambiental (OPA) es una gran iniciativa española que también aporta recursos y reflexiones valiosas: Observatorio de Periodismo Ambiental.

La inteligencia artificial y el futuro de la información

El tercer gran pilar de la reforma se adentra en un territorio aún en gran parte inexplorado pero de impacto ineludible: la inteligencia artificial (IA). La IA ya está transformando todas las facetas de la vida, y el periodismo no es una excepción. Desde la automatización de la redacción de noticias financieras o deportivas hasta la generación de imágenes y vídeos con un realismo asombroso, las herramientas de IA ofrecen oportunidades sin precedentes, pero también plantean dilemas éticos y desafíos existenciales para la profesión.

Las nuevas directrices del Código Deontológico buscan establecer un marco ético para el uso de la IA en el periodismo, centrándose en aspectos como:

  1. Transparencia y divulgación: Es fundamental que los medios y los periodistas informen a su audiencia cuando se ha utilizado IA en la creación, edición o verificación de contenidos. La audiencia tiene derecho a saber si lo que consume ha sido total o parcialmente generado por una máquina.
  2. Verificación y precisión: Aunque la IA puede procesar vastas cantidades de datos, su uso no exime al periodista de la obligación de verificar la información. Los modelos de lenguaje pueden "alucinar" o generar datos incorrectos, por lo que la supervisión humana es indispensable.
  3. Sesgos algorítmicos: Los algoritmos de IA se entrenan con datos existentes, que a menudo reflejan y perpetúan sesgos humanos, raciales, de género o sociales. El periodista debe ser consciente de estos sesgos y tomar medidas para mitigarlos, asegurando que la IA no amplifique la discriminación o la desinformación.
  4. Autenticidad y manipulación: La capacidad de la IA para generar "deepfakes" (imágenes, audios o videos falsos pero indistinguibles de los reales) representa una amenaza directa a la confianza en los medios. El Código debe establecer principios claros sobre cómo combatir esta manipulación y cómo garantizar la autenticidad de los contenidos. Aquí, la responsabilidad no solo recae en el periodista que utiliza la IA, sino también en el que verifica los contenidos que circulan por la red.
  5. Propiedad intelectual y derechos de autor: La IA se entrena con millones de datos e informaciones. ¿Quién es el propietario de los contenidos generados? ¿Y qué ocurre con los contenidos utilizados para entrenar la IA? Estos son debates complejos que el Código debe empezar a abordar para proteger la labor de los creadores.

El futuro del periodismo no puede ignorar la IA. Mi opinión es que debemos abrazar las herramientas que ofrece la IA para mejorar nuestra eficiencia y alcance, pero siempre con una vigilancia ética extrema y con la conciencia de que el juicio humano, la empatía y la responsabilidad son insustituibles. La IA es una herramienta poderosa, pero la ética sigue siendo un atributo exclusivamente humano. El Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo ha publicado varios informes relevantes sobre el impacto de la IA en los medios, que son de gran interés: Investigaciones del Reuters Institute sobre IA y Periodismo. También es importante estar al tanto de los marcos regulatorios que se están desarrollando, como los de la Unión Europea: Estrategia de Inteligencia Artificial de la Unión Europea.

Conclusiones y el camino a seguir

La reforma del Código Deontológico del Colegio de Periodistas de España es una iniciativa necesaria y oportuna que demuestra la madurez y la adaptabilidad de una profesión fundamental para la salud democrática de cualquier sociedad. Al abordar el tratamiento del suicidio, la crisis climática y la inteligencia artificial, el Colegio no solo actualiza sus principios éticos, sino que también refuerza el compromiso del periodismo con la verdad, la responsabilidad social y el servicio público en un entorno cada vez más desafiante.

Estas nuevas directrices no son una camisa de fuerza, sino una guía que permite a los periodistas navegar por dilemas complejos con mayor claridad y coherencia. La labor no termina aquí; el periodismo, como la vida misma, es un proceso de aprendizaje y adaptación constante. La vigilancia ética debe ser continua, y la discusión sobre los nuevos desafíos debe permanecer abierta. Solo así podremos asegurar que el periodismo siga siendo un pilar fundamental para el progreso y el bienestar de la sociedad.

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