La fascinación humana por el futuro, por desvelar lo que el destino nos depara, es tan antigua como la civilización misma. Desde los oráculos de Delfos hasta los astrólogos modernos, siempre hemos buscado una señal, una pista, un atisbo que nos dé una ventaja sobre la incertidumbre. En la era digital, esta búsqueda ha encontrado un nuevo y sorprendente candidato: la inteligencia artificial, y en particular, los modelos de lenguaje como ChatGPT. Sin embargo, la analogía que equipara las probabilidades de ChatGPT de acertar el Gordo de la Lotería con las de un brujo leyendo las tripas de un cuervo, por impactante que suene, encierra una verdad fundamental que merece ser analizada con profundidad y rigor. Lejos de ser una hipérbole, esta comparación subraya una incomprensión generalizada sobre las verdaderas capacidades y limitaciones de estas poderosas herramientas. No se trata de desmerecer la asombrosa tecnología que representa ChatGPT, sino de situarla en su contexto adecuado, separando la ciencia de la pseudociencia y la predicción basada en datos de la mera conjetura.
La tentación de atribuirle a la inteligencia artificial capacidades casi místicas es comprensible. Los avances que hemos presenciado en los últimos años han sido vertiginosos, transformando la percepción de lo que una máquina puede hacer. ChatGPT puede generar textos coherentes y creativos, traducir idiomas, resumir información compleja e incluso escribir código de programación con una fluidez que a menudo se confunde con entendimiento o intuición. Sin embargo, cuando hablamos de eventos puramente aleatorios como los números de la lotería, nos adentramos en un terreno donde la lógica probabilística reina de manera absoluta, y donde la capacidad de un modelo de lenguaje para predecir no es superior a la de un chamán o un adivino. Es esencial que, como sociedad, desarrollemos una alfabetización digital que nos permita discernir entre las aplicaciones legítimas y revolucionarias de la IA y aquellas expectativas infundadas que rozan la fantasía. Mi opinión personal es que esta distinción es crucial no solo para evitar decepciones, sino para asegurar un desarrollo ético y responsable de la inteligencia artificial.
La ilusión de la predicción en la era digital
La expectativa de que ChatGPT, o cualquier otra IA, pueda predecir el resultado de la lotería surge de una malinterpretación fundamental de cómo funcionan estos modelos. ChatGPT es un modelo de lenguaje grande (LLM) entrenado en vastas cantidades de texto de internet. Su "inteligencia" reside en su habilidad para reconocer patrones en el lenguaje humano y generar texto que se ajuste a esos patrones. Cuando se le pide que prediga números de lotería, no está realizando un análisis predictivo basado en variables ocultas o tendencias complejas; simplemente está generando una secuencia de números que parece plausible en el contexto de una conversación sobre lotería, basándose en lo que ha aprendido de textos que mencionan números, loterías y predicciones.
Algoritmos, datos y la naturaleza del azar
Los algoritmos de ChatGPT no están diseñados para modelar el mundo físico en tiempo real ni para detectar patrones en eventos que son, por definición, aleatorios. Un sorteo de lotería, como el famoso Gordo de Navidad en España o cualquier otra lotería, se basa en generadores de números aleatorios físicos o algoritmos criptográficamente seguros diseñados para asegurar que cada número o combinación tenga exactamente la misma probabilidad de salir que cualquier otra. No hay memoria, no hay tendencia, no hay "números fríos" o "números calientes" en un sentido estadísticamente significativo a largo plazo. Cualquier patrón percibido por el ojo humano es una ilusión, un artefacto de nuestra propia propensión a encontrar orden en el caos.
Cuando un usuario le pregunta a ChatGPT por los números ganadores, el modelo puede generar una serie de números aleatorios, o quizás números populares, o incluso números que históricamente han salido con alguna frecuencia (aunque esto último sería un sesgo por su parte, ya que un buen sorteo es independiente de los anteriores). Sin embargo, esta generación de números no tiene ningún peso predictivo. Es, en esencia, una adivinanza informada por el lenguaje, no por la probabilidad o la física del sorteo. Si le pidiéramos a ChatGPT que nos dijera el color de la siguiente carta que sacaremos de una baraja barajada al azar, nos daría una respuesta coherente, pero la precisión de esa respuesta sería idéntica a la de lanzar una moneda al aire. Para entender mejor cómo funcionan estos modelos y cuáles son sus verdaderas aplicaciones, se puede consultar un resumen sobre la arquitectura de los modelos de lenguaje en artículos especializados (por ejemplo, en el blog de OpenAI sobre sus investigaciones: Acerca de OpenAI).
La insuperable barrera de la probabilidad en la lotería
El corazón de la analogía reside en la inmensidad de las probabilidades. El Gordo de la Lotería de Navidad, por ejemplo, tiene 100.000 números posibles (del 00000 al 99999). Esto significa que cada décimo tiene una probabilidad de 1 entre 100.000 de ganar el premio principal. Si consideramos los números de una lotería de Euromillones, donde se eligen 5 números de 50 y 2 estrellas de 12, las combinaciones posibles se disparan a decenas de millones. Estas son probabilidades que desafían la intuición humana y que no pueden ser "descifradas" por ningún patrón o algoritmo, porque simplemente no existen patrones relevantes que sorteen el azar fundamental.
Sesgos cognitivos: ¿Por qué buscamos patrones en el caos?
La mente humana está cableada para buscar patrones. Es una capacidad evolutiva que nos ha ayudado a entender el mundo, predecir peligros y aprender. Sin embargo, esta misma fortaleza se convierte en una debilidad cuando nos enfrentamos a eventos puramente aleatorios. Estamos sujetos a sesgos cognitivos como el sesgo de confirmación (tendencia a interpretar nueva información de manera que confirme nuestras creencias preexistentes) y la falacia del jugador (creer que eventos pasados influyen en la probabilidad de eventos futuros en series independientes, como el lanzamiento de una moneda o los números de lotería).
Es por eso que la gente ve "tendencias" en los números que salen en la lotería, a pesar de que cada sorteo es un evento independiente. Creemos que un número "tiene que salir" porque lleva mucho tiempo sin aparecer, o que uno "no va a salir" porque ha salido recientemente. Estas son narrativas reconfortantes, pero completamente infundadas desde el punto de vista de la probabilidad. Para profundizar en cómo la probabilidad rige estos juegos, puede ser útil revisar recursos sobre estadísticas y juegos de azar (por ejemplo, la sección de probabilidad de la Wikipedia: Probabilidad en la Wikipedia). También es fascinante explorar cómo la psicología del juego influye en nuestras decisiones, algo que se aborda en estudios sobre la economía del comportamiento y los sesgos cognitivos (un buen punto de partida es el trabajo de Daniel Kahneman y Amos Tversky, o en general sobre Sesgos cognitivos en Wikipedia).
Entre el misticismo antiguo y la inteligencia artificial: Paralelismos y distinciones
La comparación entre ChatGPT y un brujo leyendo las tripas de un cuervo, aunque irreverente, es instructiva. El brujo, en su ritual, interpreta signos que no tienen ninguna relación causal con el futuro que intenta predecir. Su poder reside en la creencia y la interpretación subjetiva, en la habilidad de tejer una narrativa convincente en torno a símbolos arbitrarios. ChatGPT, aunque opera con una tecnología inconmensurablemente más avanzada, se encuentra en una posición similar cuando se le pide que prediga la lotería. Genera texto (en este caso, una secuencia de números) basándose en patrones lingüísticos, no en un entendimiento de la probabilidad del mundo real.
Las capacidades y limitaciones inherentes de los modelos de lenguaje
Es vital entender que ChatGPT no "entiende" los números o la probabilidad en el sentido humano. No simula la física de las bolas en un bombo ni calcula las probabilidades como lo haría un estadístico. Simplemente produce una salida que es estadísticamente probable en el contexto de los datos de entrenamiento. Si en esos datos abundan las menciones a ciertas "cábalas" o "números de la suerte", el modelo podría reproducirlas, no porque crea en ellas, sino porque así ha aprendido a generar un texto "humano" sobre el tema.
Las "alucinaciones" de los modelos de lenguaje, donde generan información plausible pero incorrecta o inventada, son un testimonio de que su conocimiento es superficial y contextual al lenguaje, no una comprensión profunda de la verdad factual. Por lo tanto, pedirle a ChatGPT que prediga la lotería es como pedirle a un brillante escritor de ciencia ficción que nos dé la clave para viajar en el tiempo: su respuesta será ingeniosa y coherente, pero no operativa. Su propósito es generar texto, no desentrañar el azar. Para una mejor comprensión de las limitaciones actuales de la IA y el problema de las alucinaciones, la lectura de artículos de investigación en IA es muy recomendable, por ejemplo, los disponibles en Arxiv.org que discuten las alucinaciones en LLMs.
La responsabilidad en la interpretación y uso de la IA
La analogía inicial no busca desestimar el extraordinario progreso de la inteligencia artificial. Muy al contrario, su objetivo es fomentar una apreciación más profunda y realista de lo que la IA puede y no puede hacer. ChatGPT es una herramienta revolucionaria para el procesamiento y la generación de lenguaje, con aplicaciones transformadoras en educación, creatividad, asistencia y muchas otras áreas. Pero no es un oráculo ni un vidente.
El peligro radica en la falta de pensamiento crítico por parte del usuario. Si la gente empieza a tomar decisiones financieras importantes basándose en "predicciones" de la IA sobre eventos aleatorios, se abren las puertas a estafas, decepciones y una profunda erosión de la confianza en la tecnología. La responsabilidad recae tanto en los desarrolladores de IA, que deben comunicar claramente las limitaciones de sus modelos, como en los usuarios, que deben aplicar un escepticismo saludable y una comprensión básica de los principios científicos y probabilísticos.
En mi opinión, el mayor valor de estas herramientas no reside en su capacidad para adivinar el futuro, sino en su potencial para amplificar nuestras propias capacidades, mejorar nuestra productividad y facilitar el acceso a la información. La IA debe ser vista como un catalizador para la inteligencia humana, no como un sustituto de la misma, especialmente cuando se trata de enfrentar la incertidumbre del azar. La lotería, con sus números y su esperanza, seguirá siendo un juego de azar, y eso es parte de su encanto y su imparcialidad. Para información oficial sobre la lotería y sus normas, siempre es mejor consultar fuentes directas como la web de la Lotería Nacional de España.
En conclusión, la comparación de ChatGPT con un brujo y sus tripas de cuervo es una llamada de atención necesaria. Nos recuerda que, a pesar de la sofisticación tecnológica, los límites de la probabilidad y la naturaleza intrínseca del azar permanecen inalterables. La inteligencia artificial es una maravilla de la ingeniería, pero su poder no reside en la magia, sino en la manipulación inteligente de datos y patrones lingüísticos. Reconocer esta distinción es fundamental para utilizar la IA de manera efectiva, ética y, sobre todo, sensata. No busquemos en los algoritmos respuestas que solo el azar puede dar, pues en ese empeño, la sabiduría milenaria sobre la futilidad de la adivinación se mantiene tan vigente como siempre.
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