Adiós a las memorias USB y pendrives: ¿El fin de una era?
Recuerdo con claridad el día en que tuve en mis manos mi primera memoria USB. Era un dispositivo diminuto, de apenas 128 MB, que prometía guardar más información que una pila de disquetes y con una velocidad inimaginable para la época. De repente, las engorrosas pilas de CDs grabables o los lentos disquetes quedaron relegados al olvido. El pendrive se convirtió en el compañero inseparable de estudiantes, profesionales y, en general, de cualquier persona que necesitara trasladar datos de un lugar a otro. Era la solución perfecta: portátil, robusto, "plug and play". Sin embargo, el implacable avance tecnológico no perdona, y lo que una vez fue una innovación rompedora, hoy se encuentra en el ocaso de su existencia, cediendo su trono a soluciones más modernas y eficientes. Estamos presenciando el adiós silencioso de un dispositivo que definió una generación de intercambio de información, transformándose lentamente de una herramienta esencial a una curiosa pieza de museo digital.