Aniquilar drones por unos céntimos: el primer láser de combate de 100 kW del mundo listo para entrar en combate

En un panorama global donde la amenaza de los sistemas aéreos no tripulados, comúnmente conocidos como drones, se ha vuelto omnipresente y cada vez más sofisticada, la necesidad de una defensa eficaz y, crucialmente, económicamente viable, es más apremiante que nunca. Durante décadas, las armas de energía dirigida han sido un pilar de la ciencia ficción, confinado a las páginas de novelas y las pantallas de cine. Sin embargo, estamos presenciando el amanecer de una nueva era militar, una donde la fantasía se materializa en forma de tecnología operativa. La reciente confirmación de que el primer láser de combate de 100 kilovatios (kW) del mundo está listo para su despliegue en combate marca un hito trascendental que no solo redefine las capacidades defensivas, sino que también plantea una reevaluación fundamental de la guerra moderna. Imagine una defensa capaz de neutralizar amenazas aéreas por una fracción infinitesimal del coste de los proyectiles interceptores tradicionales; este es el paradigma que este avance promete. Es una revolución silenciosa, pero su impacto resonará por todo el mundo, alterando el equilibrio estratégico y económico de la seguridad nacional y la defensa aérea.

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El muro antidrones europeo: una brecha en el sur que España advierte

La seguridad de un continente es una cadena, y su fortaleza depende del eslabón más débil. En un contexto global donde las amenazas híbridas y asimétricas se multiplican, la Unión Europea ha emprendido la ambiciosa tarea de construir un "muro antidrones", una arquitectura de defensa integral diseñada para proteger su espacio aéreo de la creciente proliferación de aeronaves no tripuladas. La iniciativa es, sin duda, necesaria y bienvenida. Sin embargo, en los albores de su conceptualización y planificación, ha emergido un detalle que, lejos de ser menor, podría socavar la efectividad de todo el sistema: la alarmante exclusión del sur del continente. España, con su posición geoestratégica única, se alza como una voz crítica, señalando lo que parece ser un error de bulto que compromete no solo su propia seguridad, sino la de toda Europa. Este fallo de diseño, que deja al descubierto una de las fronteras más sensibles de la Unión, plantea interrogantes urgentes sobre la visión estratégica, la coordinación y, en última instancia, la verdadera cohesión del proyecto de seguridad europeo.

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