El escepticismo inicial y el trailer que reescribió la historia de «Titanic»
En la efervescente década de los noventa, la industria cinematográfica era un hervidero de ambición y, a veces, de excesos monumentales. Pocos proyectos encarnaron esta dualidad con tanta vehemencia como «Titanic» de James Cameron. Antes de convertirse en un fenómeno cultural y la película más taquillera de todos los tiempos durante más de una década, la superproducción era percibida por muchos en Hollywood y por la prensa especializada como un desastre inminente, un «iceberg» financiero que amenazaba con hundir a 20th Century Fox y Paramount Pictures. Los rumores sobre el presupuesto desorbitado, los retrasos constantes y la megalomanía del director eran el pan de cada día en los círculos de la meca del cine. Sin embargo, en medio de este torbellino de pesimismo, emergió una pieza de marketing que no solo desafió las normas establecidas de la publicidad cinematográfica, sino que, de forma casi milagrosa, logró cambiar la narrativa, transformando una supuesta calamidad en la promesa de una experiencia cinematográfica sin precedentes. Este es el relato de cómo un trailer audaz y emocionalmente inteligente salvó a «Titanic» antes incluso de su estreno.