Un hito sin precedentes: dos estudiantes reparan el telescopio James Webb de forma remota
En un giro que redefine las fronteras de la ingeniería espacial y la colaboración científica, el mundo de la astronomía ha sido testigo de un evento verdaderamente extraordinario. El telescopio espacial James Webb (JWST), la joya de la corona de la observación cósmica, que se encuentra a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra en el punto de Lagrange L2, ha sido objeto de una reparación crucial. Pero lo que hace que esta noticia sea asombrosa es que no requirió una misión espacial multimillonaria, ni la intervención de astronautas, ni siquiera la manipulación física por parte de ingenieros en Tierra. En cambio, dos brillantes estudiantes universitarios, la Dra. Elena Soto de la Universidad de Madrid y el Dr. Miguel Rojas del MIT, lograron diagnosticar y corregir una compleja anomalía crítica de software que afectaba a uno de los sistemas de alineación de espejos primarios del Webb, todo desde sus estaciones de trabajo en la Tierra y sin ninguna interacción física directa con el observatorio. Es una proeza que, a mi juicio, no solo subraya el inmenso potencial del talento joven, sino que también establece un nuevo paradigma para el mantenimiento y la resolución de problemas en misiones espaciales a gran distancia.