Linux pierde su aura de invulnerable: el malware se multiplica por 20 en cinco años

Durante décadas, la comunidad tecnológica ha sostenido un dogma casi inquebrantable: Linux es, por naturaleza, más seguro que otros sistemas operativos. La imagen de un bastión inexpugnable, inmune a las plagas digitales que asolaban a sus competidores, ha sido una constante en conferencias, foros y conversaciones de pasillo. Se hablaba de su arquitectura robusta, de su filosofía de código abierto que permitía a miles de ojos escudriñar cada línea en busca de fallos, y de una cuota de mercado que, al ser menor en el escritorio, lo hacía menos atractivo para los atacantes masivos. Sin embargo, esta percepción idílica está siendo brutalmente erosionada por una realidad incuestionable y alarmante: el malware dirigido a Linux se ha multiplicado por veinte en los últimos cinco años. Esta estadística, que suena a campanada fúnebre para la complacencia, no solo desafía una creencia arraigada, sino que exige una reevaluación urgente y profunda de las estrategias de seguridad en todo el ecosistema.