La generación Alfa y el impacto de la tecnología en sus habilidades vitales básicas

Estamos siendo testigos de la formación de una nueva generación, la generación Alfa, aquellos nacidos a partir de 2010 y que, por definición, no han conocido un mundo sin internet, sin smartphones ni tabletas. Su realidad es intrínsecamente digital, una era de gratificación instantánea y acceso ilimitado a la información. Son nativos digitales en el sentido más puro de la palabra, y su relación con la tecnología es mucho más simbiótica que la de cualquier generación anterior. Sin embargo, esta inmersión constante en el mundo digital, si bien les otorga ventajas indudables en adaptabilidad tecnológica y acceso al conocimiento, está empezando a generar ciertas inquietudes entre quienes más tiempo pasan con ellos en sus años formativos: sus profesores. Es desde las aulas, ese crisol donde se forjan las mentes del futuro, donde emergen voces que señalan una posible afectación en habilidades que antes dábamos por sentadas, habilidades vitales básicas que son cimientos para un desarrollo pleno y autónomo. La cuestión no es demonizar la tecnología, sino comprender cómo su omnipresencia está reconfigurando el desarrollo humano y qué podemos hacer para asegurar que esta generación no solo sea digitalmente competente, sino también robusta en su capacidad de navegar el mundo real con destreza.

Europa se da cuenta del tamaño de la amenaza de los drones

Durante años, la idea de drones sobrevolando ciudades europeas o infraestructuras críticas fue, para muchos, una fantasía futurista o un riesgo distante, confinado a zonas de conflicto lejanas. La tecnología avanzaba a pasos agigantados, pero la percepción general en el continente seguía anclada en la visión del dron como un juguete, una herramienta para fotografía aérea o, en el ámbito profesional, un instrumento de inspección o entrega. Sin embargo, en los últimos tiempos, una serie de incidentes, observaciones y, sobre todo, las crudas lecciones extraídas de conflictos actuales, han obligado a Europa a un despertar abrupto y, para muchos, incómodo. El continente ha empezado a comprender la magnitud de la amenaza que representan los drones, aparatos que, silenciosa y eficientemente, han logrado penetrar en lugares inimaginables, revelando vulnerabilidades hasta ahora subestimadas y exigiendo una reevaluación urgente de sus estrategias de seguridad y defensa.