La flota fantasma de Rusia cambia su modelo de negocio: del petróleo a Europa

El tablero geopolítico global está en constante movimiento, y pocas piezas se desplazan con la sutileza y la audacia de la llamada "flota fantasma" de Rusia. Este entramado de buques, operando en las sombras para sortear sanciones y restricciones, ha sido, hasta ahora, sinónimo de la exportación de petróleo ruso a mercados ávidos de crudo más barato. Sin embargo, informes recientes y análisis detallados sugieren un giro estratégico de proporciones significativas. Si bien el crudo sigue siendo relevante, el verdadero premio gordo, el nuevo horizonte de esta flota elusiva, parece ser ahora el gas natural licuado (GNL) y, con él, la propia Europa. Este cambio no es una simple reorientación logística; es un ajuste profundo en la estrategia económica y geopolítica de Rusia, con implicaciones directas para la seguridad energética del continente europeo y la efectividad de las políticas occidentales.

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